¿Recuerdas ese día cuando derramé helado de fresa en la nueva alfombra de tu auto?
Llevaba dos meses ahorrando para poder ayudarte a arreglarlo. Me sentía tan culpable, a pesar de que tu decías que no era mi culpa, de que solo había sido un reflejo.
Usé todos mis ahorros que tenía para mi vestido graduación, y pude mandarlo a un mecánico. Me puse tan feliz por aquello al igual que tú, recuerdo lo mucho que querías a ese auto.
Cuando estuvo listo, me llevaste hasta una alberca para festejar. El auto ahora estaba mas magnífico que antes, tenía tapices nuevos, alfombras nuevas, y un nuevo aroma.
- ¿Puedes encender el aire acondicionado? Muero de calor aquí - recuerdo haberte dicho
- Ya está encendido amor - respondiste con claridad
Tenía demasiado calor y había comenzado a sudar, así que te pregunté si podíamos hacer una parada.
- ¿Donde quieres ir? - me preguntaste, yo junté mis cejas en un intento de concentración, hasta que a lo lejos divisé una tienda de helados. Felizmente apunté hacia allí.
Al estacionar tu auto yo bajé contenta y me compré uno, tú me habías dicho que no querías, así que no me preocupé. Fue el helado de fresa mas rico que comí en toda mi vida, de hecho si cierro los ojos y mi mente se va directo a ese día, aun puedo recordar su sabor.
Solté un sonido de exquisitez y tú volteaste y me sonreíste, fascinado. Yo comí mi helado feliz por que íbamos a la alberca, y amaba cuando hacíamos viajes express.
Estábamos contentos ¿lo recuerdas?, íbamos cantando las canciones de tu banda favorita, su nombre era Calpurnia, lo recuerdo muy bien. Luego, de la nada frenaste, el semáforo marcaba el color rojo, y ante aquel acto yo derramé mi helado en la alfombra nueva.
Pensé que me odiarías, pero no lo hiciste.