Capítulo 11 - Ese día

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No había podido dormir en toda la noche. Intentaba cerrar los ojos y por mi mente pasaba la imagen de Jac, junto a todos los momentos vividos juntos.
Desde aquel momento hermoso en el que nos conocimos, hasta en aquellos momentos que llorábamos desconsoladamente.

Quería que se quedara. Quería que sigamos jugando al Uno. Quería, quería, quería...

Pero, ¿Qué es lo que quería el?

El también quería quedarse, pero a la vez quería tener una familia (aunque siempre lo negara, me daba cuenta que si), así podría saber lo que es tener algo llamado Familia, un lugar para vivir, ir a un colegio de verdad, ir a deportes, etcétera.

Llegó la mañana, esta mañana en la que mi mejor amigo se iría y ya su lugar quedará vacío hasta que otra persona abandonada lo ocupase.

No podía dejar de sentir este dolor en mi pecho, estas ganas intensas de llorar pero a la vez sabiendo que es lo mejor para él.

Así que decidí ponerme lo primero que encontré y fui a despedirme de él.

Esperaba que fuera la única vez.

Ya estando en la silla de la sala de espera, aparece el, con su bolso y la mochila del colegio.

Sin poder contenerme, fui y me lancé hacia el, lo abracé y no quería soltarlo. Jamás.

Los dos comenzamos a llorar, sentíamos esta conexión nuevamente.

En un momento susurra a mi oído diciendo:

-Te visitaré cada sábado. Te lo prometo.

-Jac- digo mirándolo a sus ojos- te quiero y esperaré cada sábado con ansias. Te lo prometo.

-Espero que está familia sea buena

-Seguro lo será, sin duda alguna.

Allí, aparece la pareja de aquel día. Esa pareja que nos regaló dulces. Esa pareja que se llevaría a Jac de este lugar para darle una mejor vida, pero a la vez llevándose un pedazo de mi.

No pude evitarlo y comencé a llorar y me eché a correr sin un destino alguno.

Jac quedó allí, viendo cómo me alejaba y sabiendo que no podría consolarme esta vez porque ya no estaría.

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora