" Segunda opinión "

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Cuando Meliodas se calmó. Miro a aquellas dos mujeres. Quienes estaban confundidas ante lo que pasaba.

La mirada preocupante de su esposa lo hizo tomar valor.

Sonrió a Elizabeth y le acarició el rostro.

-Estoy bien. Puedo decir lo que pasa ahora ¿Si?-

Elizabeth asintió con la cabeza. Ambos se pusieron de pie y tomo la mano de su esposa.

Respiró hondo y profundo y comenzó a hablar lleno de valor.

-Soy Meliodas Winchester, no soy el mismo que ustedes conocieron. Hace dos años algo me ocurrió aún no se que. Pero esta mujer a mi lado, (Mira a Elizabeth y le sonríe) me cuido y me dio un hogar aún sabiendo nada de mi, muy pocas personas hubieran hecho lo que ella conmigo, me dio una segunda oportunidad de vivir, gracias a ella puedo estar hoy aquí, gracias a ella aprendí a amar y por eso le pedí que sea mi esposa. Lamento si con eso lastimó a alguien. (Mira a Liz). Pero esta es la Realidad ahora.-

Las palabras de Meliodas eran claras y precisas, hablo con mucha seguridad y determinación.

Liz no pudo evitar soltar algunas lágrimas en silencio.

Le alegraba ver a Meliodas una vez más, pero quizá no de esa manera, amando y teniendo de esposa a otra mujer.

Miro a la madre de Meliodas quien estaba con el semblante muy confundido de escuchar hablar así a su hijo.

-Quiero tener otro punto de vista de un especialista, llamaré ahora mismo para tener una cita en la tarde.-

Todos miraron a Leslie y asintieron.

Ella tomó su teléfono y realizó varias llamadas.

Los demás ahí presentes solo tomaron asiento en los muebles de las salas.
A excepción de Liz quien se disculpó y subió las escaleras.

Zeldris y Gelda se miraron mutuamente sabían el porqué ella se retiraba.

Iría a ver a su pequeño hijo.

Meliodas no sabía aún no era el momento oportuno.

El rubio no soltó la mano de su esposa en ningún momento, con eso se daban un mutuo apoyo aunque no se dijeran nada, con el simple acto de tenerse de la mano era suficiente.

Liz llegó a la habitación de su pequeño hijo, ahí dentro lloró a mares muy frustrada y triste, amaba aún a Meliodas pero con todo lo que él pasó parecía que él ya no la amaba.

El pequeño lloró de repente, Liz dejó de llorar inmediatamente y se acercó a abrazarlo. Cuándo éste se calmó ya no quiso volver a dormir, comenzó a jugar con él mientras decidía si bajaba a la sala de nuevo o ya no.

Al colgar el teléfono Leslie les dijo que un especialista vería a Meliodas a las 6 de la tarde.

Miraron el reloj de pared, era poco más de medio día.

Aún faltaba algunas horas para ir con aquel doctor.

La tensión en el ambiente era incómodo, estaban las cinco personas en silencio sin nada que decirse.

Leslie miraba a Meliodas detalladamente aún sin creer que su hijo estaba ahí de nuevo en su hogar frente a ella sano y salvo.

Su mirada denotaba alegría, pronto reaccionó de que no le había avisado a su esposo al padre de Meliodas de que su hijo estaba de regreso en casa.

Tomo su teléfono nuevamente y se alejó un poco de la sala para hablarle.

-Parece que pronto conocerás a Papá meliodas.-

Mencionó el pelinegro.

Meliodas solo asintió

-¿No tienen hambre?-
Pregunto de repente Gelda.

-¿Les gusta la pasta? Es lo más rápido que puedo cocinar.-
Respondió rápido Meliodas.

-Sera genial probar de nuevo tu comida hermano.-

-¡Bien!-

El rubio y el pelinegro se pusieron de pie y se dirigieron a la cocina seguidos de Elizabeth y Gelda.

Los cuatro comenzaron a tomar ingredientes para la pasta mientras Leslie los miraba de lejos.

Parecía que sus dos hijos estaban muy felices con aquellas mujeres.

-Meliodas se ve realmente feliz y enamorado de esa mujer ¿Verdad suegra?-
Comentó Liz, quien llegaba al último escalón de las escaleras con su pequeño en brazos.

Leslie la miro triste y solo asintió.

-Tranquila hija, estoy segura que Meliodas pronto recuperara su amor hacia a ti y más si sabe que tienen un hijo.-

-No quiero que sepa, no quiero que solo por el niño el quiera retenerse a mi lado. No es justo para nadie.-

Y sin decir más volvió a subir las escaleras con su hijo.

Leslie se sentía muy triste por ella, Liz había sido una excelente esposa en los dos años de matrimonio que estuvo casada con su hijo.

Ella siempre estuvo a su lado en todo momento. Para ella no existía mejor mujer para su hijo que Liz.

Pero al mirar hacia la cocina y ver a Meliodas riendo y cocinando feliz, era una nueva faceta que no conocía de él, y sabía que esa felicidad se la debía a esa mujer junto a él.

Le daría una oportunidad a esa chica de conocerla, después de todo es gracias a ella que puede ver de nuevo a su hijo.

La pasta estuvo lista a la hora, todos se sentaron a comer.

Leslie felicito a todos por la comida pues era deliciosa.

Nadie pregunto sobre la ausencia de Liz, era obvio para todos.

El padre de Meliodas llegó cuando estaban retirándose de la mesa ya, veía atónito a su hijo vivo.

Lo abrazó de inmediato muy feliz al tenerlo ya muy de cerca.

Elizabeth veía conmocionada esa escena, ahora entendía a quien tenía parecido al rubio.

Los hermanos se sentaron junto a su padre y madre en la mesa, acompañando a Esteban a comer.

Mientras Gelda y Elizabeth lavaban los platos sucios.

La plática fue amena entre ellos, que las horas pasaron rápido, y la hora de la cita llegaba.

Todos fueron en la camioneta de Esteban Wood. En el camino siguieron platicando de como Meliodas había sobrevivido estos dos años.

Al llegar al hospital se dirigieron directo al consultorio donde estaba el especialista que revisaría al rubio.

Luego de varios análisis el resultado salió.

-Meliodas sufre una amnesia al parecer temporal. El golpe que recibió en la cabeza se lo hicieron con muchas intenciones de matarlo pero al parecer falló y sólo logró que el sufriera ésta amnesia. El tratamiento que recibe hasta ahora es el correcto, es cuestión de tiempo para que el recupere sus memorias, pero por el momento deben dejar que las cosas fluyan de manera lenta a su ritmo.-

Los padres de Meliodas suspiraban tranquilos. Agradecieron al doctor y salieron de aquel consultorio.

-¿Y ahora? ¿A dónde iremos?-

Pregunto Elizabeth a su esposo mientras caminaban hacia la camioneta del padre de él.

-A descansar ah sido un largo día cariño.-
Respondió a su esposa feliz.

* DOBLE VIDA *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora