Capítulo 7

20 4 0
                                    

Había tenido unos días complicados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Había tenido unos días complicados. La universidad estaba matándonos desde que comenzamos el nuevo semestre, no había pasado más de una semana cuando ya estaba con entregas y controles.

Chicos, crecer es un bodrio.

No se puede confiar en las películas americanas donde la universidad son fraternidades y fiestas, ciertamente no iba a una buena fiesta desde que terminé el instituto y las fraternidades aquí ni siquiera existían, solo los grupos de estudios.

Aburrido...les dije.

La universidad nos adoptaba como sus conejillos de indias para exprimirnos todos los días entre clases, libros, fotocopias, entregas, controles, exámenes... para que cuando llegue la hora de soltarte y dejarte ir, estés tan cansado que se te pasen las ganas de vivir.

Literalmente, una exprimidora de vida.

Hace más de una semana que respiraba apuntes. Me arrastraba por la vida tratando de estar al día. Misión imposible. Lo único que hice estos días fue ir de casa a clases y de clases al cuarto a seguir estudiando. Apenas hablaba con Cata, Lolo y Mimí en la casa, lo justo y necesario para que supieran que estaba viva, y aun así parecía estar aún más atrasada.

Completamente agotada daba por terminada la última tarea del día. Deje todo perfectamente ordenado en el escritorio antes de salir en busca de algún ser vivo con el cual interactuar. Dogo apareció de inmediato buscando atención y le acaricie la cabeza mientras íbamos al cuarto de Cata encontrándolo tan desastroso como siempre y sin rastros de ella. La habitación de Lolo se encontraba en la otra punta de la casa y se hallaba tan vacía como de costumbre. Una vez que quería pasar el rato no había nadie en la casa. Decidida a tomar un respiro tomé la correa de Dogo en la cocina y me dispuse a sacarlo a pasear. En los últimos días lo había tenido abandonado y solo esperaba que Lolo le hubiera dado sus paseos diarios.

Él me siguió obedientemente fuera del apartamento y se sentó junto a mí a esperar el ascensor. El chico tenía tan adquirida la rutina que ya se paraba segundos antes de que las puertas se abrieran como si percibiera su llegada. Quizá lo hacía. Ingresó detrás de mí hacia el fondo del ascensor vacío y volvió a sentarse a mi lado. Chico inteligente.

Las puertas se cerraron tras nosotros y se volvieron abrir en el piso de abajo tomándome por sorpresa. Ese piso estaba vacío hace meses, al parecer alguien se había mudado. Al iluminarse el pasillo pude confirmar mi hipótesis al verlo atestado de muebles y a un chico parado entre todos ellos.

Jodida sea mi vida.

—¿Correrás como niña lejos de mi otra vez? —preguntó con esa estúpida sonrisa de sabelotodo.

—Já. Já. Já. Muy divertido —rodeé los ojos obteniendo que Dogo ladrara. Odiaba cuando lo hacía.

—¿Tu perro?

—Mi extraterrestre —le respondí con sarcasmo mientras ingresaba al ascensor con su andar altanero. No sé muy bien porque, simplemente me estaba molestando su sola presencia. ¿Por qué tenía que ser mi nuevo vecino? ¿Por qué de todos los edificios que tiene el club lo mandaron justo a este?

OffSideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora