Capítulo 20

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—¿Qué pasa Declan? ¿Te duele la cola? —lo piqué divertida sin dejar de mirar la pantalla del televisor

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—¿Qué pasa Declan? ¿Te duele la cola? —lo piqué divertida sin dejar de mirar la pantalla del televisor. Le estaba dando una paliza en el playstation, le debía dolor que una chica le estuviese ganando en su propia área. 2-0. Un manejo incomparable, ni se podía acercar a mi arco. Le estaba dando un baile...

—¿Cuándo te hiciste tan buena?

—¿Cuánto llevamos jugando a esto?

La última semana apenas nos habíamos distanciado del play, por más que habíamos dado vueltas por todos los juegos del momento, siempre terminábamos jugando al fútbol. Y si era buena antes, ahora me había convertido en una maestra. Quizá en la cancha no podría hacer nada, porque seguro que terminaba de nariz en el pasto por engancharme en mis propios pies, pero en la consola era de rápido aprendizaje. Desde que tengo uso de razón que juego con mi hermano, sea mi cosa o no, uno siempre termina agarrándole la maña.

—Se terminó, comamos algo —puso en pausa el juego sacándome bufidos de protesta.

—No vale —fruncí el ceño dispuesta a llevar a cabo un buen berrinche—. Solo porque seas un mal perdedor no quiere decir que debamos dejarlo.

—Mila no me provoques.

—Te tenía de hijo.

—¿Me tenías de qué? —se rio tirándose encima mío para hacerme cosquillas por todos lados.

—No, no, no —intenté apartarme, pero era imposible—. Está bien, está bien. Hagamos lo que tú quieras —bufé haciendo puchero.

—¿Lo que yo quiera? —se apartó por unos centímetros para dedicarme una mirada juguetona.

—Todavía no estás en juego —lo quise apartar, pero él ya había empezado a darme pequeños besos en el cuello.

—Soy un chico grande, Mila. Confía en mi cuando te digo que todo está bien.

—¿Seguro? —pregunté inclinando mi cabeza hacia atrás para darle mejor acceso y dejarme llevar. Tampoco que fuese la voz del juicio y la conciencia...

—Mmhh —asintió sin despegar sus labios de mi cuello y empezando a direccionar sus manos por el costado de mi torso.

Se sentía bien. Se sentía jodidamente bueno.

Nunca creí tener un problema con la abstinencia, me gustaba el sexo, como a cualquier persona, pero podía vivir temporadas sin él. Al parecer después de Silas las cosas habían cambiado un poco. No se sentía igual estar en sequía después de ver fuegos artificiales. Me sentía como si fuese Doggo cuando intentaba entrenarlo y le prohibía comer del tazón hasta que yo le dijese. Tenía el mayor dulce frente a mis ojos, pero no podía hacer nada para comérmelo.

Estaba siendo una tortura. Días y días viéndolo completamente apetecible frente a mis ojos y sin poder tocarlo. Contaba los días en mi calendario como si se tratase de Navidad. Lo juro, sería mejor que ello cuando pudiese poner mis manos en el regalo y...

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⏰ Última actualización: Aug 12, 2019 ⏰

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