Continuación...

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-Deja de gemir, es tan poco atractivo- Jai se volvió parar mirarse en el espejo, acomodaba su cabello en la posición ideal.

 Levanté una ceja para arriba. -Como dices? Quien demonios te crees que eres?-

-Creo que mi nombre es Jai Brooks, pe*rra- El me lanzó un guiño a través del espejo, mientras veía su reflejo.

 No pude evitarlo, rodé mis ojos. Este chico iba a ser mi muerte –ya sea literalmente o no, no lo sabía en ese momento.

 -¿Cuándo me iré a casa?- Suspiré. Empecé a juguetear con mis dedos, ansiosa por irme de aquel infierno y volver a casa antes de que mis padres se dieran cuenta de que no estaba.

 Jai se detuvo a pensar, su cara tenía una expresión solemne. Después de lo que parecieron horas, aunque en realidad fue solo un minuto, Jai se volvió para mirarme a los ojos. -Hoy-

 Mi rostro se iluminó al instante. -¿En serio?- Sonreí con una sonrisa genuina, que no había esbozado durante mucho tiempo, desde que había sido secuestrada.

 Se encogió de hombros. -Si, no tengo ninguna razón por la que te tenga que tener aquí mas y la verdad eres un dolor en el cu*lo.-

 Suspiré con alegría. A pesar de que me había insultado, me llamo dolor en el cu*lo, lo pensaré cuando sea la hora de ir a casa.

 -Pero- El comenzó y al instante mi cara se redujo a un ceño fruncido, una vez más. -Si te atreves a abrir la boca para decir lo que paso en la fiesta- De nuevo se acercó a mi para ponerse delante -Te voy a matar- Susurró contra mis labios antes de retroceder.

 Sentí mi estómago volverse.

 Lo único que pude hacer fue asentir en señal de respuesta.

 -Vamos.- Se acercó a la puerta.

 -A Donde vamos?- Fruncí las cejas.

 -Tu querías volver a casa, ¿no?

 De inmediato me puse de pie, casi llegando a su lado en un segundo. -Claro que si- Respondí a su pregunta.

El sonrió.

El viaje en coche, sorprendentemente, no fue tan incómodo como pensaba que iba a ser. A pesar de que el condujo en silencio, no había un vacío que nos rodeara. Se sentía … normal. Como si estuviera en un coche con uno de mis amigos.

El hurgó en los bolsillos de su chaqueta de cuero y sacó un paquete de cigarrillos, deslizó uno antes de recoger la caja en su bolsillo y expulso el humo hacía arriba.

 -Puedes dejarme aquí.- Señalé a una parada de autobús.

 -Estas segura?- Me preguntó, el humo se escapaba por sus labios al hablar.

 Asentí con la cabeza. -Si, mi casa esta justo en la equina de aquí

Jai siguió conduciendo, girando alrededor de la cuadra.

 -¿A donde vas? Dije que me dejaras en la parada de autobús.- Me volví para mirarlo, dándole una mirada de ira.

 Hizo una pausa para soltar el humo que salía de sus labios, dejando escapar un anillo perfecto de humo. -Solo voy a llevarte a casa

 Suspiré, mientras me cruzaba de brazos. -Como sea.-

 Cuando se acercaba a mi casa, le dije que parara. Él lo hizo, para mi sorpresa. Para ser honesta, esperaba escuchar un “no” (de nuevo) y que él siguiera conduciendo sin hacerme caso.

 Me volví hacia él. -Uf, gracias.-

 El asintió con la cabeza, tomando otra calada de su cigarrillo.

 Apreté mis labios. Esta era, la libertad, por fin. Justo cuando agarré la manija para abrir la puerta del coche, la voz de Jai me detuvo. Apreté los ojos cerrándolos.

 -¿Puedes darme tu número?

 Mis ojos se abrieron de golpe. Poco a poco me volví hacia el, preguntándome si estaba bromeando o realmente estaba hablando en serio. -¿Quieres mi numero?- Repetí tontamente.

 El asintió con la cabeza, sus ojos estaban puestos en la carretera delante de él.

 Dudé al principio, antes de asentir con la cabeza lentamente. -Claro

 Deslizo su blackberry por el bolsillo de sus jeans, Jai me la entregó, inserte mi número y luego se la devolví.

 -Adiós- Le grité antes de abrir la puerta y salir, cerrándola detrás de mi. Le saludé con la mano antes de ver su coche cada vez mas pequeño mientras me alejaba caminando hasta el porche de mi casa.

 Deslizando la llave debajo de la alfombra de bienvenida, la empujé contra la cerradura en la puerta, girándola mientras empujaba la puerta para abrirla.

 Puse la llave donde la encontré, cerré la puerta de la casa, andando de puntillas para no despertar a mis padres.

 -¿Dónde has estado, señorita?

 Mi corazón dio un vuelco, mi estómago se desplomó en el suelo. Dándome la vuelta, vi a mis padres sentados en el sofá con el desgaste de la noche en sus caras.

 Demasiado tarde para no despertarlos.

Danger {Jai Brooks}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora