MAL ENTENDIDO

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Tres semanas habian pasado desde la última vez que vio a Violeta, tres semanas que han sido un martirio, tuvo que preguntar a la Jefa de Policía Vincent, la última vez que los llamó para atender un caso, ella le dijo que Violeta era así,  desaparecía por un tiempo, después de algun incidente, como tenía muchos lugares alejados de la sociedad, tal vez estaría en alguno de ellos, pero que cuando Violeta decidía desaparecer del mundo, era difícil localizarla. Él era testigo de eso, cuando le pidió a Donnie buscarla y no hubo rastro de ella ni de su mayordomo.

¿ Esta era la libertad que ella le mencionó? No, esto no era libertad,  esto era una condena, ¿como podía hacerle eso?, ella sólo se fue dejándolo con todo lo que sentía.

No era bueno exteriorizando sus sentimientos, sin embargo ese día sólo surgieron como una cascada fluyendo libre hacia ella, y aún así ella se fue, sin decirle nada, siquiera le hubiera dicho me equivoque, pensé, creí que te quería, cualquier cosa que le permitiera siquiera estar enojado, pero ni eso podía, lo único que sentía era un vacio en su corazón.

La falta de concentración de Leo era evidente para sus hermanos, algunos errores no graves pero extraños para el experimentado líder, él estaba distraído, taciturno y alejado. Ya no pasaba tiempo con ellos, salía de su habitación sólo para comer o para entrenar cuando su sensei se lo requería. ¿ Será que le duele su herida ? Pensaban ellos los primeros días, más cuando lo veían tocarse su costado a la altura de estas, pero ahora eran cicatrices imposible que le dolieran, ¿ entonces porque Leo se comportaba así?

El que más se desesperaba era Raphael, que se ponía de malas por las pocas palabras de su hermano, lo que al final terminaba desatando una pelea, con empujones, bufidos y malas miradas, Leonardo sólo le gritaba dejame en paz y se metía en su habitación sin salir de nuevo. Ellos realmente no entendian, porque no saben lo que es tener el corazón roto y al alma añorando esa otra alma, con la que puede vibrar al unísono.

El frío y nublado clima de Escocia invitaba a estar caliente junto a la chimenea y es ahí donde Violeta pasaba la mayor parte del día, con una manta que la cubría hasta la cabeza y que arrastraba a dónde fuera, parecía un fantasma más del castillo Van Zyl.

---- My Lady,es hora de la cena ---

--- Sólo subela aquí Jefrey --- decía ella después de suspirar.

La verdad era que comía muy poco, estaba pálida, despeinada y triste la mayor parte del tiempo, esto preocupa a Jefrey, que siempre la vio fuerte, decidida e implacable.

Ojalá el estuviera aquí, mirarían juntos este paisaje, él la abrazaría y se darían calor mutuamente, Violeta dibujo una leve sonrisa mientras  con los ojos cerrados soñaba, pero al abrir los ojos esa sonrisa fue desapareciendo, porque sólo era un deseo. Era la única forma, la unica, si él permanecía a su lado, inevitablemente terminaría mal, todos a los que ella ama se han ido, todos han muerto y ella se ha quedado sola, y a él nunca dejaría que le hicieran daño nunca.

Violeta había decidido no tener guardaespaldas, porque se cansó,de ir a los actos fúnebres de estas personas, se le partía el corazón  de ver a sus esposas,madres, hermanas, hijos pequeños inocentes, que no entendian, por que no crecerían junto a su padre por culpa de ella,y entonces sentia un deseo inmenso de vomitar, es cuando ella se llevaba el pañuelo a la boca que Jefrey la sacaba de ahí, se metía en el auto y ella vomitaba. Por esta razón ella decidió que nunca más nadie moriría por su culpa, no importaba que tan bien quedarán las familias, no quería más muertes en su conciencia.

Así que había decidido esconderse, alejarse un tiempo, pero que difícil estaba siendo  esto, ella sentía como si algo se quisiera salir de ella y volar junto a Leo. Cuanto deseaba escuchar su varonil voz pronunciar su nombre, cuanto quería volver a sentir su fuerte mano moverse delicadamente en su rostro, cuanto deseaba otro beso y  cuanto añoraba verlo. Ella cerraba los ojos y tocaba su mejilla donde alguna vez él la acarició, pasaba su dedo sobre sus labios, tratando de rememorar los besos de Leonardo, pero ahora parecían un recuerdo lejano.

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