Capitulo 4

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   Helena despertó lentamente sintiendo el sol en su rostro, por lo que le costó un poco poder abrir los ojos ante tanta claridad, cuando consiguió enfocar miró a su alrededor y comprobó que estaba en una habitación con paredes de un celeste muy claro que no reconoció. Al ver una cuna vacía al lado de su cama recordó la noche anterior.

  -Buenos días. Permiso –dijo sonriendo una enfermera joven con una gran sonrisa entrando a la habitación con la bebé en brazos envuelta en una manta rosada –Felicidades, nueva mamá.

   Helena estiró los brazos rápidamente para tomar a su hija. Durante todo ese tiempo había tenido la secreta esperanza de que fuera un niño, pero en ese momento ya no le importó su sexo, lo único que le importaba era poder tenerla en sus brazos por fin después de creer que se quedaba sola tras la muerte de Severus y de perder a los Weasley que eran como su familia. Ahora ya nada importaba más que eso.

-Mi pequeña –susurró besándole la frente y sin poder evitar que las lágrimas salieran de sus ojos –Te amo –le acarició la mejilla sintiéndose completa otra vez como cuando estaba con Severus, sabiendo que una parte de su esposo estaba en esa niña también. Le tomó la pequeña manito y entonces notó la pulsera que llevaba puesta. -¿Helena Malfoy? –Preguntó desconcertada mirando a la enfermera.

-Sí, es sólo hasta que se llene la ficha de la niña, se le coloca el nombre de la madre para que no haya confusión con otros niños en los cuneros –explicó –Su esposo aún no la registró.

-¿Mi esposo? Él no… -Entonces cayó en cuenta de la confusión, y no supo si reírse o llorar por lo ridículo de la situación. Si Malfoy se enteraba de que lo creyeron casado con ella iba a estar furioso, pensó. Aunque pensándolo bien, ¿por qué la anotó con su apellido?

   En ese momento entró el médico a revisarla por lo que se vio libre de tener que aclarar esa “pequeña confusión”.

******

   La tarde siguiente le dieron el alta, ya que tanto Helena cmo su hija estaban bien de salud. Antes de salir del hospital, la enfermera le recordó que debía anotar a la pequeña en el registro, por lo que la joven se dirigió a la administración del lugar.

-Bien, señora, sólo tomará unos minutos, y luego podrá irse tranquila a su hogar –le aseguró la secretaria un tanto indignada al ver que el marido de la chica la había dejado sola con la niña para que se hiciera cargo de los trámites y él se había marchado quién sabía dónde. -¿Podría darme su nombre completo?

-Helena Lilian Snape.

-¿Snape? –Preguntó la secretaria con el ceño fruncido por el desconcierto -¿No era Malfoy?

   En ese momento Helena se dio cuenta de su equivocación, no había recordado que Malfoy la había registrado con ese apellido. Ahora no se podía echar atrás, y además pensaba que lo mejor era que su hija tuviera el apellido de su padre, como debía ser. Después de todo, nadie nunca podría llegar a considerar una Malfoy a su pequeña, y seguro que todos los antepasados de Lucius Malfoy estarían revolcándose en su tumba en esos momentos por incluso una insinuación así.

-Malfoy es mi apellido de soltera –mintió rápidamente, imaginándose al abuelo de Draco dando un vuelco en su tumba, lo que le provocó una leve sonrisa –Mi padre, el hombre que me trajo la otra noche, seguro me anotó con su apellido porque... soy viuda.

   No era verdad, pero se acercaba bastante, pensó.

-Lo lamento –contestó sentida ante lo dicho –Entonces su padre cometió un error al rellenar la ficha –agregó buscando entre los papeles –Aunque, no. Realmente aquí no dice que él sea su marido. Seguro entonces era sólo cosa de las enfermeras como siempre –bufó molesta.

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