Capitulo 8

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     Eileen corría por la casa intentando escapar de su mamá y del baño inminente que sabía que le esperaba por haber estado jugando todo el día en el patio. La puerta de uno de los dos únicos lugares en que sabía que no la buscaría, estaba frente a ella, pero no podía entrar allí, lo tenía prohibido.

-¡Eileen! -escuchó que llamaba su madre desde la planta alta -¿Dónde estás?

   No había más remedio, si no quería ser encontrada, debía entrar al lugar prohibido. Empujó la puerta suavemente para que no rechinara, y entró. La habitación no se trataba de otra cosa más que de una simple biblioteca que funcionaba a la vez como despacho, ¿por qué entonces se suponía que estaba prohibido? Ni siquiera su mamá podía entrar allí, ni en la habitación de la planta alta que estaba al comienzo del pasillo, esos lugares eran exclusivos del señor Malfoy, con quien ellas vivían. Su mamá le había contado que ese señor era el mejor amigo de su papá; a la pequeña no le resultó para nada raro la situación de vivir con una persona con la cual no compartían lazos de familia, desde que recordaba había sido así, y con sus cuatro años creía que eso era algo común que podía suceder en otras familias.

   Vio sobre el escritorio un libro forrado en pasta verde que tenía grabado un dragón negro en la tapa, y lo tomó, olvidándose por un momento que sólo había entrado allí para huir de su madre. Cuando escuchó que la puerta se abría, se metió debajo del escritorio abrazándose al libro como si fuera su tabla de salvación.

   Lucius entró a su despacho dando un fuerte portazo, harto de escuchar la voz de Potter (porque siempre que se comportara como una chiquilla, volvía a llamarla así en lugar de Snape) por toda la casa; después de tantos años, ella debería de saber que un día como ese él quería silencio extremo. Se sentó detrás de su escritorio tomando un vaso donde se sirvió whisky de fuego, decidido a perderse en sus recuerdos como siempre lo hacía para esas fechas.

   Abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó las fotos de su familia. Lucius no se consideraba una persona sentimental, los Malfoy nunca eran personas sentimentales, pero ese día era uno de los pocos  en los que, dejando la máscara de aristocrático frío, se permitía ser débil.

   Ese era el día en que su único hijo hubiera cumplido veintidós años. Si hubiera seguido con vida.

-Draco -murmuró sin poder evitar un sollozo -Mi Dragón.

   Eileen, debajo del escritorio, miró el libro que apretaba contra su cuerpo mientras escuchaba al hombre llorar. Ese hombre que nunca había mostrado sentimiento alguno cuando la miraba, ¿estaba llorando por no encontrar su libro de dragón? Se sintió mal por haberlo tomado sin su permiso, después de todo, ella sabía muy bien qué era perder algo importante, le había pasado una vez que no encontró su peluche de león que era su favorito. Dejó el libro en el piso, cerca del pie de Lucius, para que lo viera, pero el hombre no pareció notarlo; sabía que no podía salir de su escondite porque era seguro que se enojaría con ella, así que deseó con todas sus fuerzas que él viera el libro.

   Lucius dejó de llorar en el momento que vio que el libro que había estado leyendo horas antes, y que se suponía debía estar en su escritorio, levitaba suavemente hacia él. Lo tomó poniéndolo nuevamente sobre su escritorio, y se agachó para confirmar una sospecha que había comenzado a tener.

   Debajo de su escritorio, abrazándose las piernas y con sus ojos negros que lo miraban con miedo, estaba Eileen.

-Ven aquí -dijo Lucius extendiendo una mano hacia ella. Mano que la niña no tomó -Dije que vinieras aquí, Snape -exigió.

   Eileen se arrastró de debajo del mueble hacia afuera. Lucius la tomó del brazo y la sacó de su despacho.

-¡Potter! -Llamó con voz exigente -¡Potter, ven ahora!

   Helena entró casi corriendo desde el patio, y al verlo parado frente a su despacho aferrando el brazo de su hija, supo que iba a tener que empezar a pedir disculpas por alguna travesura que, seguramente, había realizado la niña.

-¿Qué pasó? -Preguntó ya preparando alguna justificación.

-Acaba de tener su primera magia accidental -contestó Lucius con una sonrisa que no le había visto desde que vivían allí. De hecho, nunca le había visto sonreír así, sin malicia, como si estuviera orgulloso por lo que acababa de pasar.

-¿Enserio? -Preguntó Helena, con una gran sonrisa y alzó a la pequeña que enseguida escondió su rostro en el cuello de su madre. -¿Qué hizo?

-Levitó un libro de mi despacho -respondió sin darle importancia que ese hecho había sucedido en un lugar donde la niña tenía prohibido entrar -Hay que celebrarlo.

-¿Cómo dice? -La chica estaba desconcertada, se hubiera esperado cualquier cosa de Malfoy, pero que quisiera celebrar la magia accidental de su hija, estaba muy lejos de algo que, pensaba, él pudiera desear hacer.

-Entiendo que no sepas las costumbres en un caso como este, ya que te criaste con muggles -dijo como si escupiera con desprecio la última palabra -Pero entre los magos tenemos la tradición de festejar la primera magia accidental de los niños, porque eso significa que no nacieron como simples squib.

-Bien -sólo pudo contestar Helena. A pesar de la explicación llena de desprecio hacia los muggles y squib que le dio el hombre, pensaba que esa era una muy buena tradición, ya que le hacía tomar más confianza al niño al saber que lo que había cometido no era algo malo sino todo lo contrario -Lo haremos -agregó con una sonrisa.

   Ese día Eileen no fue castigada por haber roto una prohibición, sólo había recibido una advertencia de su madre para que no volviera a entrar a la biblioteca sin autorización, y una celebración, con regalo incluido de parte de Malfoy, por su primera muestra de magia.

-¿Qué te sucede, Snape? -Preguntó Lucius después de la cena. Eileen ya  estaba en su habitación durmiendo, por lo que sólo quedaban ellos dos en el comedor -Creí que estarías feliz de saber que tu hija no es una squib. Yo estuve muy orgulloso de Draco cuando tuvo su primera  magia accidental a los cuatro años -comentó pensando en la coincidencia de que la hija de su mejor amigo hubiera tenido la explosión de magia el mismo día del cumpleaños de su hijo -Pero parece que a ti ni siquiera te alegra.

-No, -contestó Helena con un suspiró -no es que no me alegre. Al contrario, me hace muy feliz, y me imagino en lo orgulloso que estaría Severus, pero -Como siempre hay un pero con esta chica, pensó Lucius -tengo miedo de que puedan descubrir que estoy aquí. ¿Qué pasaría si quieren que vuelva al mundo mágico? ¿Qué harían con Eileen si se enteran que también es la hija de un ex mortífago? -Preguntó con pesar -Porque estoy segura que sólo verían eso en ella. La verían como la hija del mortífago que mató a Dumbledore. Y yo no puedo permitir eso -agregó.

-Yo tampoco lo voy a permitir -dijo Lucius con voz firme.
  

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