Capitulo 9

1.5K 176 2
                                    


   Faltaba una hora para que sea medianoche. Una hora más y sería un nuevo año. Ya hacía horas que la pequeña Eileen se había ido a dormir después de un día que había resultado agotador para ella, por lo que Helena se había sentado junto a Lucius frente al fuego de la chimenea en silencio, en lo que se había convertido en una agradable rutina entre ellos; no solían hablar mucho, sólo se dedicaban a hacerse mutua compañía.

   En la radio sonaban las típicas canciones de esas fechas, una tras otra. Y Lucius no supo bien por qué, tal vez era la atmósfera agradable que los envolvía o el vino añejado que había consumido durante la cena, pero se levantó parándose frente a Helena y le tendió la mano en una silenciosa invitación. La chica lo miró a los ojos por unos segundos y luego, con una sonrisa, tomó su mano. Lucius la llevó al centro del salón y empezó a guiarla en un baile suave siguiendo el ritmo de la lenta música que sonaba.

   Lucius no recordaba hacía cuánto tiempo que no bailaba, mucho antes de la guerra habían dejado de dar los fastuosos Bailes de Invierno que siempre hacían en la Mansión Malfoy, y luego de eso con la muerte de su familia, su destierro y la retención de su fortuna, ya no era algo que le resultara importante.

-Lo siento –dijo Helena cuando en un giro le pisó un pie –No soy buena con esto. La última vez que bailé fue cuando tenía 14 años en el Baile de Navidad del Torneo de los Tres Magos… Bueno, realmente no se le puede llamar bailar, sólo nos dedicamos a girar por la pista con Ron evitando chocar contra los demás –rió.

-No tiene importancia. Sólo estamos tú y yo, nadie te va a juzgar –le aseguró sorprendiéndose incluso hasta a él mismo con sus propias palabras.

   Helena dejó de moverse por un momento y lo miró a los ojos, aún sin soltarse de él, sólo se quedó así viendo sus ojos grises como el cielo en un día de tormenta; nunca los había visto tan de cerca como en ese momento, pero se sorprendió pensando que eran hermosos y no se los veía fríos o vacíos como había pensado en otras oportunidades. Sin poder evitarlo se acercó más, sin despegar sus ojos de los de él que la miraba con la misma fijeza con la que lo hacía ella, y rozó sus labios con los ajenos.

   Lucius la miraba desconcertado, sin poder creer lo que había pasado, pero sintiendo despertar emociones largamente dormidas en su pecho. Helena no se había alejado de él, aún la tenía sujeta por la cintura, por lo que acercándola un poco más estuvo a punto de repetir el beso, pero en ese momento los fuegos artificiales comenzaron a sonar fuertes en la calle y Eileen llamó a su madre asustada desde la habitación, por lo que la magia del momento se rompió. La soltó suavemente, como no queriendo despegarse de ella, pero a la vez preguntándose qué había pasado, qué lo había llevado a comportarse de esa manera.

   Helena terminó de separarse de él rápidamente para acudir al llamado de su hija. Antes de salir de la sala, sin atreverse a mirarlo a los ojos, susurró.

-Feliz Año Nuevo, señor Malfoy  –luego se fue.

-Feliz Año… Helena –murmuró Lucius a la nada.

   
*****

 

   Nada había cambiado desde el día de Año Nuevo, hacía casi un mes. Seguían comportándose de la misma manera de la que lo venían haciendo desde que vivían juntos, hace cinco años. Lucius no había sacado el tema y Helena estaba muy lejos de querer hacerlo. Aún se preguntaba qué le había pasado para querer hacer aquello, pero al no encontrarle una respuesta que la satisfaga, dejó de darle más vueltas al asunto.

   Estaba preparando el almuerzo de ese día cuando escuchó que tocaban la puerta; salvo algunos vendedores que llegaban, ellos no recibían visitas. Helena miró a Eileen que dibujaba sentada en la mesa de la cocina, y la niña entendió la orden muda de su madre: siempre que sonaba la puerta ella no debía aparecerse por el recibidor, no entendía por qué, pero era lo que siempre le habían dicho.

   Helena se secó las manos con el repasador y salió de la cocina con la varita escondida en su manga; hacía mucho que no hacía magia por miedo a que la encontraran, pero siempre llevaba su varita escondida por cualquier cosa que pudiera pasar; aunque había transcurrido ya años desde la guerra, seguía temerosa.

   La puerta volvió a sonar cuando llegó al recibidor, respiró profundo preparándose para la situación, pero en realidad ni aunque hubiese sabido a quién se encontraría del otro lado, estaría preparada para ese momento.

   Casi se cayó de espaldas al verlo en el umbral. Nunca creyó que la encontrarían, se suponía que todos creían que ella había muerto junto a la familia Weasley aquel día.

-Sabía que tarde o temprano te encontraríamos.

Aprender a vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora