Capítulo 11

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Tres meses después...



Steve



El horizonte se extiende frente a nosotros, la suave y salada brisa del mar nos golpea con delicadeza. Las decoraciones se mueven al compás de sus ondas, pero su rubio cabello permanece intacto. Tan perfecto como siempre.

Sonrío como un imbécil mientras lo miro de pies a cabeza con su traje blanco como si fuera la octava maravilla del mundo o lo más hermoso que mis ojos pudieran ver. Porque así es. Él es el hombre más hermoso y perfecto que he visto en mi vida. Es la razón por la que estamos aquí, toda nuestra Ohana, compañeros y familiares reunidos.

Las olas mecen el crucero en el que estamos, el mismo crucero en el que fue nuestra misión hace tres meses. En dónde nos dimos cuenta de lo que ambos sentíamos y que ninguno quiso decir. Incluso algunas parejas que estuvieron ese día se dieron cuenta de nuestra boda y quisieron asistir.

—Señor Steve McGarrett. —Escucho mi nombre, entonces alzo la vista para encontrarme con la mirada del sacerdote—. ¿Acepta usted a este hombre como su esposo, tanto en las buenas como en las malas, tanto en la salud como en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?

—Acepto. —Fijo mis ojos en los hermosos y azulados ojos de mi Danno.

Su sonrojo no se hace faltar e invade sus hermosas mejillas, aprieto el agarre de nuestras manos y él igual.

—Y usted, señor Daniel Williams, ¿acepta usted a este hombre como su esposo, tanto en las buenas como en las malas, tanto en la salud como en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?

—Acepto. —Sus ojos no abandonan los míos al decir esa simple palabra que hace que mi corazón dé más vueltas que un perro.

—Entonces, los declaro marido y marido. Pueden besarse.

No esperamos a que nos lo repitan cuando nuestros labios ya están masajeándose suavemente. Los gritos de alegría de los invitados se hacen presentes. Nos separamos sonrojados mientras el resto sigue gritando felices lanzando arroz sobre nosotros.

—Recuerdo, Danno, que dijiste que no volverías a un crucero en tu vida.

—Cállate, idiota. Esto fue tu idea.

—Pero la aceptaste.

—¿Y acaso me dejaste opción de negarme? Claro que no, puesto que tú siempre tienes que controlar todo. Desde MI auto hasta nuestra boda. ¡Nuestra, Steven! ¡No solo tuya! ¡Y aún así no me dejaste elegir los manteles, los invitados, EL LUGAR! ¡Diablos, estamos en un maldito barco en medio del mar y...!

Lo tomo del rostro y lo callo con un beso más apasionado, mi lengua se enreda con la suya haciéndolo gemir bajo. Sus labios ahora son mi más grande adicción. Cuando me separo, está más rojo que un tomate, lo abrazo mientras bajamos del pequeño altar improvisado donde nos hemos unido como una pareja de por vida.

—Si hubiera sabido que con un beso te podía callar, lo hubiera hecho hace mucho.

Encesta un golpe en mi pecho y yo me río, dejo un dulce beso en su mejilla apretándolo más a mí. Grace, ahora nuestra pequeña, se acerca a nosotros y nos abraza.

—¡Esto es genial! ¡Al fin tengo dos papás!

—¿Al fin? —Pregunta Danno confundido.

—Claro, era más que obvio que ustedes se querían mucho y ahora están juntos.

Sus ojos se iluminan al vernos, nos sonrojamos levemente por sus palabras y la música empieza a sonar. Primero bailamos Danny y yo como nuestro primer baile de casados. Todos toman fotos mientras él y yo nos movemos al son de la dulce melodía. Luego Danny saca a bailar a Grace y yo a Kono y así todos los invitados empiezan a bailar en la pista de baile.




El Crucero Del Amor - Fanfic McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora