Entre besos y miradas terminamos de bailar y nos dirigimos a la mesa, donde nos está esperando un provocador postre de maracuyá, mi favorito, se me hace agua la boca con solo verlo. Me siento de nuevo y Alessandro también, entonces me pasa el brazo alrededor de los hombros y coge la cucharilla del postre, toma una pequeña porción y dice.
-Un pajarito me dijo que es tu favorito.
Sonrío
-Ese pajarito ha dado en el clavo.
Entonces acerca la cuchara a mi boca y cuando la abro, se la come el, y sonríe.
-Hagamos un trato, por cada cucharada de postre me das un beso ¿Te parece?- dice alzando las cejas dos veces.
-Se nota que eres un hombre de negocios, ¿Siempre te sales con la tuya?
-Si lo que está de por medio me interesa y me gusta, siempre lo consigo, así tenga que ir al infierno- contesta penetrándome con la mirada y haciendo que me sonroje.
-trato hecho, pero solo porque es de maracuyá.
Sonríe mordiéndose el labio inferior y haciendo que mi temperatura corporal ascienda. Corta una muy pequeña porción, la acerca a mi boca y esta vez si la saboreo-mmm- delicioso.
Se acerca y juntamos nuestros labios, un beso corto que hace que mi temperatura hacienda aún más y me alejo de inmediato, él finge estar serio y frunciendo el ceño dice:
-Ese beso fue un autentico robo.
Arqueo una ceja y chasqueando la lengua respondo:
-No Señor Villareal, el beso es del mismo tamaño que la cucharada de postre.
Abre la boca y menea la cabeza, yo sonrío, chúpate esa.
-Creo que no soy el único que sabe hacer negocios.
-No y como ve, si me da una pequeña porción el beso será igual de corto y aburrido.
-Ok, ok.
Esta vez toma una cantidad más considerable y le acerca a mi boca, yo la atrapo y la degusto. Mmmm. Oh Dios. Cuando salgo del encanto del postre acerco mi cara a la de Alessandro y lo beso, esta vez no es corto ni aburrido, esta vez nuestras lenguas danzan de una manera erótica, él pone su mano abierta mi espalda y me empuja hacia el, un jadeo se escapa de mi boca y corto el beso antes de que no pueda controlarme. Juntamos nuestras frentes y me doy cuenta de ambos tenemos acelerada la respiración y sonreímos al mismo tiempo. Me acomodo adecuadamente en mi silla, y tengo que abanicarme con la mano, el resopla y guiñándome un ojo dice.
-Creo que es de los mejores negocios que he hecho en mi vida.
-¿Ah si? Y ¿Por qué?
-Porque las ganancias son mejor de lo que esperaba.
-SI no me sigues dando postre, no habrá más ganancias.
-Ni lo pienses cariño.
No puedo evitar sonreír, me ha dicho cariño. Después de dos más besos decido preguntarle algo que me inquieta.
-¿Cómo sabes donde vivo?
-Sabía que algún día lo ibas preguntar-me da un casto beso y relata- después de salir de la cafetería el día que nos conocimos y dejarte la nota, no me sentía muy bien, te trate fatal y entonces pregunte a un vendedor callejero a que hora cerraban, me dijo que a las nueve y desde las ocho y treinta estuve esperando a que salieras, entonces te vi en la moto y te perseguí en mi auto- eso me hace feliz, mis sentidos no me fallan, y ese día me sentí perseguida- cuando llegaste a tu casa, pues anote la dirección y me propuse disculparme de una mejor manera, por cierto, desde ese día no puedo sacarme de la cabeza tus ojos-sonreímos- y bueno ocurrió lo que ya sabes.
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No me mientas
RomanceSamantha es una estudiante de Literatura, ama los libros y según ella lo tiene "todo bajo control" hasta que aparece en su perfecto mundo Alessandro, un hombre que no viene a divertirse y menos a enamorarse, según el.