Estar contigo... Es como un sueño...

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Es lunes, ya he pasado la resaca con sermón de Alessandro incluido, pero no me arrepiento porque la pasamos de maravilla, Carol amaneció en la misma cama con Sandy, que durmió como un bebe después de su arrebato con Samuel, no sabemos  a ciencia cierta que hay entre ellos, pero ya no pasa desapercibido para nadie la forma en que se miran; si algo sabemos las  mujeres es cuando te miran con deseo o de una forma  más cariñosa y esta es  la mirada que tiene Samuel, parece que Sandy lo enternece.

Antes de que llegue  mi moto decido salir a comprar los cascos, la tienda en la que  lo hago es grande  y termino decantándome por dos cascos Caberg Modular blancos con  líneas negras y unos guantes, chalecos y una calcomanía Carpe Diem, lo cual tiene  muy felices  a  los vendedores pero más a mí.

Cuando llego  a casa me siento por dos horas a escribir hasta que  me rugen las tripas  y me preparo un básico almuerzo de espaguetis con carne molida y una deliciosa salsa, apenas  almorzar me siento de nuevo a seguir escribiendo y a la vez esperando una llamada, un mensaje o  cualquier señas de vida de Alessandro. Pasan las horas  hasta que son las cuatro de la tarde, me doy un ducha rápida y me visto con un vaquero  negro, un esqueleto negro y una chaqueta de cuero del mismo color, no se porque  pero siempre inconscientemente  me visto  de  negro, es  mi color preferido y si  miras mi closet la mayoría de  ropa es de ese color.

Cuando mi celular anuncia una llamada de  número desconocido contesto:

-Diga

-Buenos días, ¿me comunico con la señorita Samantha Delgado?- dice  un hombre al otro lado del teléfono.

-Si señor, soy yo.

-Estamos fuera de su edificio, hemos venido a  hacer la entrega de  su moto.

Me da un cosquilleo en el estomago, al fin.

-Si, en un momento bajo.

-Ok, aquí estaremos.

Cuelgo y me pongo  mi morral negro con la indumentaria de entrenamiento, cojo los dos  cascos y salgo de mi apartamento a toda mecha, apenas saludo al portero y en la calle, siendo bajada por dos hombres esta mi nueva adquisición, blanca, reluciente, brillante, bella… Brilla tanto que parece que quisiera llamar mi atención e inmediatamente la ponen en el suelo.

Me entregan todos los papeles, me aprendo su matricula y cuando me dan las llaves siento como si me dieran el mapa del tesoro, apenas los hombres se van, no dudo en subirme a ella, y es tan suave, tan bonita, se ve tan reluciente, coloco la llave en el la abertura y acelerando un poco la enciendo  de forma eléctrica, ruge de tal manera que mi corazón empieza a bombear frenéticamente, no he tocado una moto desde el accidente y el sonido de esta hace que me enamore de  ella, hace que cierto sentimiento de revolución y libertad me inunde el cuerpo, arranco y emprendo mi marcha a la Editorial, en busca de Sandy, y anhelando demasiado ver, saludar, besar y reírme de la cara de enojo o sorpresa de Alessandro al ver lo que he comprado.

Aprovecho el trayecto para probar uno a uno los cambios, su tacto al freno, también al acelerar, su peso en curvas, su fuerza, su velocidad. Tanto me gusta que quisiera no parar pero debo hacerlo.
Aparco fuer a de la Editorial y me bajo con los cascos en la mano, el hombre seguridad me sonríe y  mira con adoración la belleza blanca en la que venia, Sandy no esta en recepción, así que saludando a casi todos los del primer piso con una sonrisa, decido subir a ver a Alessandro, en cuanto se abren las puertas entro sin llamar  a su despacho  y esta totalmente concentrado mirando algo en su ordenador.

-Sandy te dije que no dejaras pasar a nadie, estoy muy ocupado-dice sin fijarse en quien esta.

-Ni siquiera a mi- digo con una sonrisa bobalicona en la cara.

No me mientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora