Enfermedad de ti

11.8K 824 9
                                    

Hace tres días que Alessandro salió del hospital, nos encontramos en mi casa, acurrucados uno frente al otro en nuestra cama, hablando sobre mi libro, y mi traslado a Bogotá, lo bueno de esto es que Carol también se ira a la capital a grabar su primer sencillo pero por como lo he notado terminare viviendo sola, su relación con Esteban va viento en popa y son inseparables, están en contacto constante, cosa que me alegra, ya era hora de que le pasaran cosas  buenas a Mi Negra.

-¿En qué piensas?- me pregunta apartándome un mechón de pelo de la mejilla.

-En Carol, creo que viviré sola en Bogotá, ella y Esteban son tan inseparables que no tardara en pedirle que viva con ella, lo sé, lo presiento- respondo pesarosa, él sonríe y sus ojos brillan, entonces en menos de lo que imagino está encima de mí, me retiene las manos con la suyas y se acerca a mi cara, acaricia su nariz con la mía, y luego la pasa por su cuello, luego lo besa y mi piel se pone de gallina, deja un reguero de besos por mi garganta y un gemido sale de mi boca involuntariamente, esa es la parte más sensible de mi cuerpo.

-Deberíamos hacer lo mismo nosotros- dice pegado a mi cuello.

Con una mano empieza acariciar mi pierna, la sube de modo que yo pueda enroscarla a su cintura, lo hago y me ataca la boca, nuestras lenguas se sincronizan en ese baile habitual mientras nuestros corazones laten al mismo ritmo acelerado y potente, y yo sigo dejándome llevar por el deseo que amenaza con estallar dentro de mí, pero recuerdo lo que dijo.

-¿Hacer que?- pregunto aun pegada  a su boca, sonríe y empuja sus caderas hacia mi entrepierna, donde mi deseo se acrecienta aún más cuando su erección me toca por debajo de la tela.

-Quiero que te vengas a vivir conmigo y no acepto un no por respuesta- dice  mientras busca el bajo de mi camiseta para arrancármela por la cabeza.

-No- respondo acalorada.

-Sí, lo harás, te necesito junto a mí- dice mientras empieza a arrebatarme el sujetador, luego acaricia con mimo mis pechos- necesito que estés ahí cuando me despierte, necesito ver tus ojos- esta vez me mira fijamente- necesito sentir que eres mía.

Abro los ojos ante su declaración y su necesidad, sacudo la cabeza y empiezo a desabotonarle la camisa, él se pone de rodillas para facilitarme la tarea, bueno eso pienso yo hasta que me levanta de modo que el queda montado en mis piernas, me mira a los ojos, me da un beso tierno con mi cara entre sus manos.

-Dime que sí, por favor, desde que te conozco mi cama está demasiado vacía- suspiro, no sé qué hacer, mi corazón grita que sí, pero mi cerebro me detiene, me dice que lo medite.

-Alessandro apenas nos conocemos, la mayor parte del tiempo discutimos, acabaremos matándonos el uno al otro ¿no crees?- digo tratando de convencerle.

-No creo, sabremos cómo hacerlo, ¿es que  no te das cuenta?- sonríe y se echa un poco para atrás apoyándose en los brazos.

-¿Cuenta de que?- pregunto, no habría problema en irme a vivir con él, solo que aún es pronto.

-De que estamos hechos el uno para el otro, ven, dame tu mano- la estiro y la coloca sobre su glorioso pecho, su corazón está  latiendo fuerte y constante, luego estira la suya y la coloca sobre el mío.

En ese instante lo noto, nuestros corazones se acompasan como en una melodía, al mismo ritmo, haciendo un solo latido, más fuerte y más armonioso, le miro y hace  lo mismo, nos quedamos embelesados unos momentos,  siento algo extraño que me recorre la columna, no el cosquilleo habitual, no, esto es algo más fuerte, que hace que me estremezca.

-Ves, creo que estamos hechos el uno para el otro, nuestros corazones lo están revelando- dice mientras mi respiración se torna acelerada por la sensación extraña que acabo de tener, mis ojos se trasladan a su pecho y él también está del  mismo modo, entonces como si de eso dependiera su vida, me besa, y la conexión que acabo de descubrir se hace más fuerte, estamos temblando, pero sin dejar de besarnos, me tumba de  nuevo en la  cama y entrelaza  mis manos con la suyas, haciendo que una corriente eléctrica que recorra la espina dorsal y él  también se estremece.

No me mientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora