capítulo 4

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Louis fijó los ojos en ella y observó cómo su cuerpo se crispaba al oír sus palabras. Marcie Wilkins tenía razón. Conseguir que ______ lo perdonara por marcharse como se había marchado siete años atrás no sería fácil.

-¿No vas a decir nada, ______?

Ella por fin lo miró a los ojos y, cuando lo hizo, Louis se sobresaltó al ver el dolor que había en su semblante.

-¿Has vuelto por mí? ¿Crees que puedes presentarte aquí después de siete años y decir eso? – preguntaste con vehemencia-. Han sido siete años, Louis. Siete años sin una llamada ni una carta. ¿No pensaste que habría seguido adelante con mi vida?

Él suspiró sin dejar de mirarla.

-No, ______, no lo pensé.

-Bien, ¿y qué pensaste? –replicó ella.

Aquél no era momento de decirle que había pensado, que confiaba, que había rezado por que, tras superar por fin aquel funesto día que estuvo a punto de acabar con él, pudieran tener un futuro juntos. Se había alejado de ella y de todos los demás porque se culpaba por la muerte de Susan Conrad. Sentía que debería haber hecho algo más por salvar a aquella niña de seis años que se internó demasiado en el mar.

Aunque ______ y él estaban en la playa ese día, él no estaba de servicio como socorrista cuando oyó los gritos de la madre de Susan. Consciente de que tenía más experiencia y nadaba mucho más rápido que el socorrista de servicio, se lanzó al mar y nadó más aprisa que en toda su vida, en un intento por salvar a la niñita. Pero la corriente era muy fuerte y, cuando llegó hasta ella, era ya demasiado tarde. Aunque todo el mundo le decía que había hecho todo lo posible –hasta casi perder la vida en el empeño-, Louis no había podido olvidar la expresión de aquella niña cuando se aferraba aún a la esperanza de que la salvara. Y la única cosa de la que no había sido capaz de desprenderse era el remordimiento por haberle fallado. Le había costado años de reflexión, de ayuda psicológica y de terapia dejar atrás el pasado y liberarse de la culpa. Pero, durante el año anterior, había llegado a darse cuenta de que, aunque había podido sacarse del alma la mala conciencia por la muerte de Susan, le era imposible sacarse a ______ del corazón. Así que había tomado la determinación de regresar para recuperarla. Sabía que todo estaba en contra suya. Pero tenía una semana para demostrarle lo que su corazón ya sabía. Que ______ era su vida y que no había forma de que pudiera seguir viviendo sin ella. Por fin, mientras le sostenía la mirada, decidió contestar a su pregunta.

-Creo que tenemos que hablar. Eso, al menos, nos lo debemos el uno al otro.

La caricia de un amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora