capítulo 10

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_____ intentaba torturarlo, concluyó Louis mientras acababan de comer el último plato de la cena. Después de empezar la velada con un beso ardiente, las cosas se habían puesto aún más calientes en el trayecto de media hora en coche hasta el restaurante. _____ se había sentado con las piernas cruzadas de tal modo que enseñaba con todo descaro la raja del vestido. Él apenas había podido mantener los ojos fijos en la carretera.

Luego, cuando les habían llevado la cena, _____ había convertido el comer centollos en la cosa más erótica que él había visto nunca, al chupar y lamer las pinzas prácticamente hasta dejarlas secas. Los movimientos de su boca mientras comía todavía le hacían removerse en la silla. Se imaginaba las cosas que ______ podía hacer con esa boca, cosas que nunca habían hecho cuando salían juntos, años atrás.

-¿Vas a querer postre? La pregunta de ______ captó su atención y sus miradas se encontraron desde lados opuestos de la mesa. Sí, Louis quería postre, pero lo que más le apetecía no estaba precisamente en el menú. Respiró hondo varias veces antes de contestar.

-No, creo que paso. Pero tú puedes pedir algo, si quieres. _____ sonrió.

-Gracias. He visto en la carta que tienen helados de cucurucho. Creo que pediré uno. Esta noche me apetece chupar algo.

El miembro erecto de Louis se tensó contra la cremallera de su pantalón con tanta fuerza que estuvo a punto de gemir de dolor.

-Pues entonces pídelo, desde luego -dijo con voz ronca, y le sorprendió no haberse quedado sin habla. La sonrisa de ______ se hizo más amplia.

-Creo que voy a pedirlo, sí.

Louis pensó que, en sus veintinueve años, nunca había visto a nadie lamer un helado como lo hacía ______. Estar sentado frente a ella y ver su lengua en acción bastaba para darle ganas de tomar más de una copa de vino, pero, dado que era él quien conducía, se quedó allí sentado y dejó que lo atormentara. Además tenía la sensación de que, si quería pasar el resto de la noche con _____ , debía mantenerse alerta, y no podía evitar preguntarse cómo se proponía ella que acabara la velada. Tras pagar la cuenta, se levantó.

-¿Nos vamos?

-Sí. Louis asintió con la cabeza. Pronto lo averiguaría.

Un intenso deseo se apoderó de él cuando, al levantarse ella, echó un vistazo a su vestido. Lo que alcanzaba a ver de su piel oscura y tersa abastó para hacerle perder el control.

-¿Te he dicho lo guapa que estás esta noche? Hasta su risa lo excitaba.

-Sí, cuatro veces. Gracias. Y ya sabes lo que dicen, ¿no? Él levantó una de sus cejas negras con curiosidad.

-No, ¿qué dicen?

-Que con halagos se llega a cualquier parte. Louis esbozó una sonrisa mientras pensaba en toda clase de posibilidades.

-¿A cualquier parte?

-Ahh -gimió _____ -. Baja un poco más. Ahh, ahora un poquito a la derecha. Más fuerte. Sí, oh, sí, eso es, más fuerte todavía. Umm, mucho mejor. Tras un último gemido, miró por encima del hombro y dijo:

-Gracias por rascarme la espalda, Louis. Ya puedes subirme la cremallera.

A Louis le temblaba la mano cuando subió lentamente la cremallera del vestido de ______ . Nada más parar a la entrada de su casa, ella había comenzado a removerse en el asiento y a decir que necesitaba que le rascaran la espalda. Louis había accedido encantado, hasta que sus dedos habían entrado en contacto con la piel desnuda de ella. Lo primero que había notado era que no llevaba sujetador. Lo siguiente, lo cálida y tersa que era su piel.

Había deslizado la mano hasta el lugar que, según le había dicho ella, tenía que rascar. Los sonidos guturales que empezó a emitir ______ cuando por fin dio con aquel lugar, le habían provocado estremecimientos de excitación que le corrían por la columna vertebral. Si _____ gemía así por que le rascara la espalda, no quería ni imaginar qué sonidos haría cuando hicieran el amor.

-¿Seguro que estás mejor? -preguntó una vez le hubo subido del todo la cremallera del vestido. Ella se volvió en el asiento.

-Sí, seguro -sonrió y lo miró pensativamente-. Casi había olvidado cuánto me gustan tus manos. La sangre comenzó a correr por las venas de Louis a velocidad alarmante cuando, de pronto, volvieron a asaltarle los recuerdos.

-Me alegra haberte ayudado a recordar -dijo mientras sus dedos acariciaban distraídamente el volante-. Compartimos algunos momentos maravillosos en aquella época, ¿verdad?_____ apoyó la cabeza contra al respaldo del asiento. Los recuerdos se agolpaban también en su cabeza.

-Sí, es verdad. Todas las noches esperaba con ansia el momento en que oía roncar a mi padre para salir a hurtadillas de casa. Nunca olvidaré cómo nos encontrábamos en la playa, bajo ese precioso cielo nocturno, y hablábamos durante horas. Louis asintió con la cabeza. Esas noches no se dedicaban únicamente a hablar. Para mantener en secreto lo que hacían, él iba cada semana a Jacksonville a comprar preservativos. De ese modo, se aseguraba de tener siempre a mano.

-Bueno, se está haciendo tarde. Me voy a casa - dijo _____ suavemente, interrumpiendo sus cavilaciones. Ladeó la cabeza y lo miró-. Gracias por una noche maravillosa.

Louis tragó saliva con esfuerzo y se removió en su asiento mientras se preguntaba si de veras _____ pensaba mandarlo a casa en aquel estado de excitación. Sus siguientes palabras lo sacaron de dudas.

-Espero que duermas bien esta noche, Louis, Él intentó disimular su decepción y le lanzó una sonrisa.

-Sí, yo también lo espero. ____ puso una mano cálida sobre su muslo, muy cerca de un parte de él que palpitaba, llena de deseo.

-Me gustaría invitarte a cenar mañana por la noche, a las siete. ¿Crees que podrás?

Su mirada sugería que no estaba pensando solamente en una cena, y Louis no vaciló en responder:

-Sí, puedo.

La caricia de un amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora