capítulo 9

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–Si tan pocas ganas tienes de salir con Louis esta noche, _____, ¿por qué has aceptado su invitación? _____ se apartó del espejo, miró a Vanessa y arrugó el ceño al pensar en los besos que Louis y ella habían compartido ese día, en su despacho.

–Digamos que me pilló en un momento débil. Vanessa se echó a reír.

–Sí, ya me imagino cómo fue. Sé lo necesitada que estás. _____ puso los brazos cruzados sobre su pecho

–¿Se puede saber qué quieres decir con eso?

–Lo que he dicho. Soy tu mejor amiga. Sé qué haces y qué no haces, y en estos últimos siete años no has estado con nadie –Vanessa enarcó una de sus cejas negras y sesgadas–. A no ser que no me lo hayas contado todo. _____ arrugó aún más el ceño.

–Te he dicho todo lo que tenías que saber. Y tienes razón, no ha habido nadie desde Louis. Por eso lo de esta noche me pone tan tensa –se dejó caer en su cama–. Estoy loca de deseo.

–Pues acuéstate con él. Siete años es mucho tiempo de abstinencia.

______ profirió un gruñido.

–Sí, dímelo a mí. Pero no puedo permitir que Louis piense que puede volver a la ciudad después de todo este tiempo y retomar lo nuestro donde lo dejó.

–Estoy de acuerdo, pero, ¿qué hay de malo en que vea con sus propios ojos lo que se ha estado perdiendo todos estos años? Creo que deberías combatir el fuego con el fuego. Cambiar las tornas y que durante los próximos siete días, esté a tu merced. _____ se apoyó en las palmas de las manos, se inclinó hacia atrás, ladeó la cabeza y miró a los ojos a su amiga.

–¿Estás sugiriendo que me líge con él? Vanessa sonrió.

–Sí, que tengáis una aventura apasionada y que, cuando pase esta semana, lo dejes. Es una idea fantástica, a no ser que…_____ frunció el ceño.

–¿A no ser que qué?

Vanessa la miró pensativamente.

–A no ser que te dé miedo no ser capaz de dejarlo porque en parte todavía lo quieras. _____ tragó saliva y sintió un nudo en la garganta. Las palabras de Vanessa le habían llegado muy hondo.

–No estoy enamorada de Louis.

–Entonces, no tienes de qué preocuparte. Pero, como tu mejor amiga que soy, sugiero que te asegures de qué sientes por él. Louis y tú tuvisteis una relación muy especial y, aunque en estos años casi no has hablado de él, siempre he tenido la sensación de que, si no salías con otros hombres, era porque todavía lo querías. ______ levantó la barbilla.

–Si eso es lo que creías, estabas equivocada. Vanessa asintió con la cabeza.

–Si estás segura de eso, no tienes nada que temer. Conseguirás la satisfacción sexual que necesitas y saldrás con el corazón intacto.

A ______ le gustó cómo sonaba aquello, y las comisuras de su boca se levantaron en una sonrisa seductora.

–Creo que podré arreglármelas. Que empiece la diversión.

[...]

Louis comprendió que estaba en apuros en cuanto _____ abrió la puerta de su casa. Se fijó enseguida en la ropa que se había puesto: un vestido negro y ceñido que exhibía cuanto ocultaba. El modo en que aquella prenda se ajustaba a su figura le recordó lo tentadoras que eran todas las partes de su cuerpo, tapadas o destapadas. El vestido acababa muy por encima de las rodillas y tenía a ambos lados rajas que dejaban entrever sus piernas largas y bellísimas. Louis tragó saliva con dificultad. No había duda de que iba a acordarse de esa noche mucho tiempo.

–Pasa, Louis. Sólo tengo que recoger el bolso –dijo ella, recordándole de ese modo que no había ido allí para quedarse en la puerta y mirarla embobado.

–Sí, claro –dijo, y al entrar la vio desaparecer al fondo de la casa. Se limpió el sudor de la frente con la mano. Las cosas ya se estaban calentando.

Levantó la mirada cuando _____ volvió a entrar en la habitación.

–Estoy lista –dijo ella mientras se colgaba el bolso del hombro–. Pero no me has dicho adónde vamos. Louis miró sus ojos oscuros y respondió:

–He pensado que sería agradable ir a

Jacksonville. Tengo entendido que hay una marisquería muy buena en el canal. Y sé cuánto te gusta el marisco. La sonrisa de ______ se hizo más amplia. Se alegraba de que hubiera decidido no llevarla a ningún sitio de por allí. Eran ya la comidilla del pueblo.

–Estupendo, pero primero creo que deberíamos resolver una pequeña cuestión –dijo dando un paso hacia él y rodeándole el cuello con los brazos–. Ya que empezamos el día así, ¿por qué no seguir? –susurró suavemente antes de besarlo. Quería demostrarle que podía jugar al mismo juego que él. Cerró los ojos, pegó su cuerpo al de Louis y sintió de inmediato que él se excitaba. Luego, cuando Louis abrió la boca bajo la suya, deslizó la lengua dentro y resolvió jugar al “cázame si puedes”. Él la atrapó, apresó su lengua y devoró su boca como un hambriento. Cuanto más se regodeaba él en aquel beso, más inundaba el cuerpo de ______ un deseo tan denso que casi sentía que laasfixiaba. Louis deslizó las manos hacia abajo y tocó sus caderas para arrimarla a su cuerpo al tiempo que ladeaba la cabeza sin dejar de besarla. _____decidió apartarse de él antes de que acabaran haciendo el amor en su cuarto de estar.

No era así como esperaba que acabara la noche. Al menos, aún. Pensaba atormentarlo un poco más. Luchó por controlar el ardor que sentía en las entrañas y se lamió los labios como si paladeara el sabor de Louis. Después echó la cabeza hacia atrás y sonrió, radiante.

–Está bien. Ya podemos irnos.

Incapaz de articular palabra, Louis se limitó a asentir con la cabeza y a cruzar tras ella la puerta de la calle.

La caricia de un amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora