PARTE 15

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Michelle:
Peter está frente a mi. No puedo creerlo, no después de todo lo que paso. Una sensación agradable invade por completo mi cuerpo y en un impulso involuntario lo abrazo. Lo apego a mi con todas mis fuerzas solo para asegurarme de que esto es real, de que está conmigo.

Minutos después me doy cuenta de lo que acabo de hacer y me separo de él.

—Lo siento— digo nerviosa y muevo mi vista al costado.

—Esta bien— dice y vuelvo a mirarlo, entonces me sonríe— Me alegra ver que estas bien.

Intento mostrarme como la típica Michelle; desinteresada y aislante, pero no puedo. Es demasiado lindo conmigo.

El timbre suena dando fin a la actividad escolar para el resto de los estudiantes. Sally al igual que yo terminamos en tiempo récord el examen, por lo que habíamos salido antes del salón.

—Tengo... Tengo que volver a casa — hablo prácticamente huyendo de él.

Ni siquiera yo me entiendo. Cuando esta lejos lo busco, y cuando se me acerca lo alejo.
Pero en mi defensa, no se como afrontar la situación. A estas alturas Peter ya sabe que me gusta y que he estado enamorada de él desde siempre porque fui yo misma quien se lo confesó en el incendio de  Liversaid. Y ahora me siento súper nerviosa por ello.

—Michelle espera — se adelanta y se coloca en mi frente — Sabes que tenemos que hablar — su voz es suave.

—No ahora, debo volver a casa — le informo.

— Pues te acompaño— dice al instante.

—¿Que?, no, no es buena idea.

Papá va a matarme si llego tarde a casa otra vez, sin contar el drama que hará si ve llegar a Peter conmigo.
Lo conozco perfectamente para saber que lo tratará mal  y solo me hará pasar un mal rato.

—Vamos, te acompaño y entonces hablamos en el camino — contesta.

¿Como decirle que no?. Si toda mi vida he esperado un momento así. Supongo que solo me restará por rogar que papá no haya vuelto aún.

—Esta bien —respondo aunque de todas formas no estoy muy convencida — vamos.

Retiro mis libros del casillero y luego salimos de la escuela.

—Así que conozco al hombre araña eh — comento y él larga una pequeña risa.

Maldicion. No puede ser tan perfecto.

—¿Hace cuanto lo sabes?— pregunta.

—Poco antes del cumpleaños de Ned — confieso.

—¿Como lo descubriste?

—Solo era cuestión de atar cabos ¿no? — contesto— ahora me parece todo tan obvio, sin embargo cuando te vi sin la mascara me parecía imposible.

—Fue en el gimnasio ¿verdad?, tú eras la del ruido en la puerta.

—Si, no sabia que tanto podía correr hasta ese día — bromeo y ambos reímos.

—Entonces, ya sabias la verdad cuando entraste a Liversaid.

Si no temiera a tu rechazo volvería a confesarte todo lo que entre lágrimas te dije.

Trago grueso un poco nerviosa sin saber muy bien que responder.

—Si, caí en desesperación al enterarme que estabas dentro, solo siento no haber podido ayudarte y que todo haya sido en vano.

—¿Bromeas?, Me salvaste la vida.

—No, Iroman lo hizo.

—Cuando fuiste a buscarme ya había caído inconsciente, de alguna forma hiciste que reaccionará y me mantuviste con vida, de no ser así para el momento en el que Iroman llegó ya hubiese estado muerto.

Spideychelle/ Un amor entre telarañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora