Destinos cruzados (editando)

Capítulo cuatro

Mientras el reloj avanza poco a poco y lo minutos de clase cada vez pesan más y parecen ser más lentos que nunca ,en mi cabeza solo ronda un único pensamiento. Un único nombre, mejor dicho.

Marcos...

Ya es penúltima hora y sigo pensando exactamente en lo mismo. No entiendo nada de lo que ha pasado. Y a pesar del gran cansancio que me consume, sigo dándole vueltas y más vueltas a lo ocurrido hoy.

En la crueldad de Dereck y su fanatismo por hacerme daño. En mi intento de defenderme de Rebeca, que me ha salido francamente mal. En como he conseguido hacer nuevas amistades y el buen sentimiento que se ha instalado en el cuerpo después de darles mi número. En Sebas, que no ha sido capaz de defenderme en público pero si de apoyarme en privado, lo cual no sé si es realmente positivo o más bien, todo lo contrario. Pero sobre todo pienso en Marcos y ni siquiera entiendo por qué. Por qué cuando cruzamos nuestras miradas una sensación extraña invadió cada parte de mí cuerpo. Por qué sentí su mirada diferente a todas las demás en más de una ocasión. Por qué siento que a él le pasó igual y por eso me defendió. Y lo más importante, por qué veo un reflejo de mí misma en él.

Aunque nunca he sido una persona muy mística, sí que creo en la conexión humana. Esa que te atraviesa cuando menos te lo esperas, la que te deja varios días pensando y varias noches sin dormir. La que a veces va acompañada de suspiros y canciones de amor y otras, de una gran amistad que fácilmente pudo ser tu alma gemela en otra vida. Creo que en este caso, simplemente es una coincidencia, mera admiración por la manera de actuar del otro. Aunque para qué mentir, es guapísimo y estoy segura de que no soy la única que lo piensa.

Me estoy planteando ir a buscarlo cuando acaben las clases... Pero, obviamente, no por su atractivo. Solo quiero mostrarle mi agradecimiento.

Otro tema al que no dejo de darle vueltas es mi deseo de ir a un lugar del que he escuchado hablar en varias ocasiones, sobre todo en podcasts de YouTube. Hace mucho que quería ir allí, pero esta es la única época del año en la que no va tanta gente. Pues el calor empieza a ser notable y no todos lo soportamos igual de bien. Sinceramente, creo que me puede servir para evadirme de mis problemas y reflexionar tranquila sin molestar a nadie, después de lo de hoy creo que ya hemos tenido suficiente todos.

La siguiente clase es de literatura. Estamos estudiando el Modernismo, en concreto a Rubén Darío. Hoy vamos a analizar Cuando llegues a amar

"Cuando llegues a amar, si no has amado,
sabrás que en este mundo
es el dolor más grande y más profundo
ser a un tiempo feliz y desgraciado.

Corolario: el amor es un abismo
de luz y sombra, poesía y prosa,
y en donde se hace la más cara cosa
que es reír y llorar a un tiempo mismo.

Lo peor, lo más terrible,
es que vivir sin él es imposible."

Ese poema se me queda en la mente, no sé por qué, creo que simplemente amo la poesía y lo que esta me hace sentir. O quizás hace mucho que deseo sentirme así, pero nunca seré capaz de admitirlo en voz alta.

Nunca me he dado la oportunidad de conocer el amor real, ese que te hace vibrar y en el que las mariposas dejan de serlo, convirtiéndose en una completa tranquilidad cuando estás al lado de esa persona, que lo único que te brinda es estabilidad y un cariño mutuo. Ese amor con una conexión que se podría notar a kilómetros. Pero qué voy a esperar, si ni siquiera he sentido el cariño de una familia de verdad, unida y entregada a lo que realmente importa. En la que hay amor y risas. La calidez de un hogar, unos brazos en los que sentirte completamente arropada. Alguien que cree en ti y te apoya siempre. Como hacía él.

Desde la muerte de mi hermano, cerré aún más mi corazón y aislé mis sentimientos con una barrera invisible que impide que nadie me haga daño, que no sean capaces de romper mi coraza. Y me da miedo el día que eso pase, que baje la guardia y le dé a alguien el poder de hacerme daño, de destruirme, tal y como el poema dice, porque hasta donde sé, el amor siempre suele ser un sentimiento agridulce, tanto bueno como malo. Y en mi caso, siempre era más malo que bueno.

Quizás es la hora de darle oportunidades a ciertas personas, como a las chicas
de la enfermería que querían ser mis amigas. De verdad que tengo ganas. Pero el miedo a sentirme juzgada e incomprendida me supera. Y eso sin tener en cuenta que los amigos también pueden romperte el corazón. Desearía que alguien llegue de manera inesperada a mi vida y marque un antes y un después y que funcione. Pero nunca estaré completamente segura de que eso sea una buena idea, porque al final, todo termina y yo, siempre he odiado las despedidas.

Mientras busco un folio para escribir debajo de la mesa, me encuentro una libreta con diferentes textos. Dudo en abrirla por respeto a su dueño, pero finalmente la curiosidad gana la batalla. Empiezo a leer lo que pone en la primera página:

"En su mundo soy un eco,
un reflejo sin color,
invisible ante sus ojos,
silencioso en mi dolor.

Dejo de leer y me percato que al final de esa hoja pone una M pero no estoy segura ya que no se distingue bien. No sé de quién es, pero quiero devolvérsela.

Esta persona no se atreve a decir lo que siente por miedo. Porque siente que es invisible, como me pasa a mí, porque la gente nunca se interesa en quienes pasamos desapercibidos. Porque no merece la pena arriesgarse con una persona que ni siquiera te mira, que no sabe que existes. Y es una pena, porque quizás si se arriesgase, dejaría de ser así e incluso, con un poco de suerte, podría tener una oportunidad. Pero no le culpo por sentirse de esta manera, es más, incluso le entiendo. Pero juzgar es mucho más fácil cuando se trata de los demás que cuando se trata de uno mismo.