Capítulo tres

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A pesar de que el día no ha ido tal y como me esperaba, estoy muy contenta de haber podido hablar con esas chicas, después de lo que le ocurrió a mi hermano no soy capaz de entablar una conversación con alguien que no sea Sebas. Estoy pensando bastante en la situación de antes, en la humillación y la vergüenza que he sentido. Pero también pienso en cómo esas chicas me han apoyado sin conocerme y en el chico que me ha defendido.

Mientras sigo pensando en el asunto voy camino a mi siguiente clase. Sinceramente, estoy agotada de estar aquí, pero no sé qué es peor. Mi casa es el mismísimo infierno. Mi madre y yo nunca nos hemos entendido, pero desde que pasó todo, muchísimo menos.

Llego a la clase y, pese a que, normalmente nadie se inmuta cuando llego, hoy todos me miran y hablan entre ellos. Ni siquiera me esfuerzo para ignorarlos.

Visualizo a mi amigo a lo lejos y me siento con él. Me dedica una mirada que me tranquiliza. El resto de la hora estamos callados, yo tampoco tengo ganas de hablar mucho. Estoy tan cansada. Aunque la compañía de Sebas me ayuda en muchas ocasiones, por no decir en todas. Le quiero mucho, al fin y al cabo es mi mejor amigo y dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro, ¿no?

Faltan tan solo quince minutos para que suene el timbre, indicando el cambio de hora y yo solo puedo pensar en lo que ocurrió en el comedor porque aunque nunca me haya importado lo que los demás opinen de mí, sí que me importa cuando cuentan mis secretos e intentan rebajarme de esta manera, sin escrúpulos y con una maldad digna de gente como Rebeca y su novio. Por lo menos, todavía hay buenas personas en el mundo, como Sebas, aunque sinceramente, no sé cómo reaccionaría en una situación así si la implicada no fuese yo y fuese otra, seguro que se reiría de ella o no lo entendería. Pero así es él y no podemos hacer nada.

Las dos chicas esas también fueron muy buenas conmigo, tuvieron empatía y sororidad porque entienden que a cualquier mujer le puede pasar algo así. Se pusieron en mi piel y me escucharon aún casi sin conocerme... Lo que me lleva a otra persona, una persona valiente y con coraje que le plantó cara a un tipo con el que nadie se atreve a hacerlo, Marcos. No sé de dónde sacan algunas personas el valor para hacer este tipo de cosas, hoy en día no es tan fácil defenderte de quien maneja el cotarro sin verte afectado después. Y eso a él pareció darle igual. Debería darle las gracias a cada uno de ellos, porque a pesar de que este día no haya sido ni de lejos uno de los mejores, sí ha sido uno en el que me he sentido más comprendida que nunca desde hace meses.

Destinos cruzados (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora