La última clase acaba.
Y finalmente he decidido no buscar a Marcos, ya le daré las gracias otro día, así que recojo mis cosas y salgo con prisas del aula, voy corriendo por el pasillo porque se me está haciendo tarde y puedo perder el autobús si no llego a tiempo.
Consigo llegar (de milagro) justo en el último momento, antes de que se vaya. Me subo rápidamente y me pongo mis auriculares. Me he sentado sola ya que Sebas se fue a médico hace una hora. Normalmente, nos vamos juntos andando aunque tardemos más (mejor para mí) y así el camino se hace más ameno, pero cuando uno de los dos no está, optamos por no ir a pie. Bastaron un par de canciones de mi playlist favorita para relajarme y estar más tranquila después de todo lo sucedido.
Pero esta calma duró más bien poco, poquísimo realmente. Un mensaje iluminó la pantalla de mi móvil y la palabra “Mamá” asomó en la parte superior de la notificación. ¿Qué quería?
Es muy fácil de explicar: después de tantos años pretende que tengamos una relación de película americana, esas en las que van al spa y al centro comercial juntas. Lo gracioso es que ni siquiera me llama para eso hoy. Dice que quiere contarme lo que le dijo la policía hace unos días sobre lo que le ocurrió a Roi, pero no quiero saberlo. No de momento. Y sinceramente, no entiendo cómo ella está preparada para todo esto, así, tan pronto. ¿Dónde estaba ella mientras yo sufría y tenía que hacerlo en silencio? Me parece increíble que después de tanto, se digne a hacer su papel como madre. Cuando has estado toda la vida sin cumplir dicho rol, nunca serás capaz de conseguirlo por mucho que te esfuerces. Ella supuestamente me quiere, nos quería a los dos. Pero si es así, ¿por qué nunca lo demostró? Ni si quiera sé si se le puede llamar madre, porque jamás ha actuado como una. Y realmente duele no encontrar esa figura que tanto necesitaste a lo largo de tu vida.
Cierro los ojos durante un segundo mientras se reproduce “Story of my life” de One Direction, una de mis canciones favoritas en el mundo. Era mi boyband preferida desde pequeña, antes de separarse y ahora, sigo sus carreras en solitario. Me imagino cómo será sus vidas después de alejarse y se me encoge el corazón, porque nunca es fácil decir adiós. No es fácil despedirse. Nunca nos preparan para ello. Ni siquiera es sencillo cuando estás acostumbrado a hacerlo, como los médicos o los veterinario. Sinceramente yo nunca me atrevería a tener un trabajo como esos, de corazón, les admiro. Hay que tener mucha valentía y coraje para dedicarse a ello. No soportaría perder a personas o animales e incluso me da miedo perder momentos, olvidarlos o nunca llegar a vivirlos. Porque decir adiós para siempre es lo más duro que nos puede ocurrir pero también lo es cuando te despidessin saber si es un “hasta pronto” o un “hasta nunca”.
Finalmente, después de un trayecto largo y casi en la última parada que realiza el autobús, me despido del conductor y me bajo. Desde ahí hasta mi casa hay una calle. Voy tranquilamente pensando en qué le diré a mi madre. No aguanto esta situación, aún no soporto aceptar que él ya no está aquí, conmigo y siento que si me dice lo que le pasó estaré aceptando que murió, que nunca lo volveré a ver.
Entro en casa y me la encuentro sentada en la cocina, esperándome.
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Destinos cruzados (editando)
RomanceMarcos y Lena son dos personas que, aunque llevan vidas muy diferentes, comparten una conexión más profunda de lo que imaginan. Él es alguien que suele pasar desapercibido y que lucha día tras día contra sus demonios internos. Ella, por otro lado, e...