—Mira, Lena, tengo que decirte la verdad de lo de tu hermano, por lo menos lo que sabe la policía hasta ahora.
—Ya lo sé, me lo has dicho, así que no des rodeos y empieza ya—. Digo esta vez, harta y más fría que nunca.
—A ver, ¿por dónde empiezo?
—Por el principio...— muestro una sonrisa socarrona y ella parece molestarte pero no me dice nada, aunque la furia es evidente en sus ojos.
—Vale, dicen que se le perdió la pista en el Cañón de Colorado. Lo único que saben con certeza es que quien va allí no sobrevive. Era un peligro en toda regla. Aún no tienen clara la causa de la muerte, creen que le pudieron atropellar ya que los accidentes son frecuentes por la zona, de todas formas hay más opciones aunque por el momento, no hay ningún sospechoso y pinta muy mal.
—¿Qué se supone que quieres decir con que "era un peligro en toda regla"? —la imité y acto seguido cogí aire — ¿No deberías ser más objetiva y culparte a ti misma por no hacer bien tu papel de madre? — me enfadé con ella y con sus comentarios tan desafortunados — No quiero saber nada más sobre esto, no estoy lista. Me da igual que tú lo estés, estoy harta de que nadie me entienda, sé que no notáis su falta pero yo sí que lo hago. Le echo de menos cada día y no puedo imaginarme lo que le ocurrió, solo quiero imaginar cómo sería si estuviera aquí, conmigo, donde realmente debería encontrarse y no muerto.
Una lágrima recorre mi mejilla y se me nubla la vista. Soltar lo que tanto tiempo llevaba conteniendo ha sido bueno, pero a la vez, he sentido como si una bomba de relojería me estallase en la cara, haciendo que me dé cuenta de la realidad que me rodea.
Subo a mi habitación y cojo mis cosas. Me voy a ir a una cafetería tranquila y solitaria, no aguanto más en esta casa. Necesito tranquilizarme y si me quedo aquí, ni siquiera seré capaz. Opto por salir a tomar el aire y tranquilizarme como pueda. Cuando llego al lugar, cojo la mesa más tranquila y alejada y me siento cerca de una ventana. Cuando me atienden pido un café latte, con mucha leche, poco café y (espero que) con mucho azúcar.
Mierda, mierda, mierda...
Está Dereck enfrente, ¿qué hago? Aunque tengo que admitir que a veces soy capaz de plantarle cara, esta vez no era la ocasión. Me encuentro bastante mal. Espero que no me vea, porque si lo hace estoy segura de que vendrá a burlarse de mi aspecto, mis ojos rojos y un poco de mi maquillaje corrido o de mi trenza ya deshecha de la que sobresalen mechones de pelo castaño. Pero mi sorpresa viene cuando se sienta conmigo a hablar:
—Oye, no me mires así, ¿qué te pasa?— Le sigo mirando raro, no le voy a contar nada.
—Nada, es solo alergia.
—Sí, claro, ¿tengo que creerte? Sabes que te conozco...
—Por favor, no me pongas esto más difícil. Vete de aquí y ódiame como haces siempre. Pero el sentimiento es mutuo, que lo sepas.
—No, eso no es cierto.
Miro sus ojos color canela, mezclados con ese verde que tanto me gustaba antes.
—¿Y tu novia?
—Siempre cambiando de tema. Ella no es mi novia. Solo nos liamos de vez en cuando. Y tu amiguito Marcos te aseguro que es peor.
—No lo es, es un buen chaval y te recuerdo que me defendió.
—Ya... claro, está más que claro lo que busca en ti—. Dice con un tono que no sé cómo describir — ¿Nos vamos?
—Oh, claro, vete ya.
—No, idiota. Nos vamos ¿tú y yo?
—¿Qué?
—Lo que oyes.
—Yo no voy a ir contigo a ningún lado.
—¿Por qué eres así?
—¿Cómo que así?
—Tan cerrada y distante. Antes eras diferente.
—No te portaste bien conmigo y lo sabes.
—Y tú también sabes cuánto me arrepiento de lo que hice.
—No lo parecía cuando me humillaste.
Se queda callado, y me mira con cara de arrepentimiento mientras se sienta a mi lado. En ese momento, en mi cabeza se instalan todos los recuerdos de aquello que en algún momento tuvimos y que teníamos encerrado en un cajón bajo llave, hasta que él decidió compartirlo con todo el mundo. Por mi mente viaja cada caricia, cada beso y cada palabra bonita que se quedó en eso, simples promesas que nunca fueron demostradas con hechos. Pero sobre todo, veo la decepción, la humillación y las malas situaciones que me hizo pasar. Y es justamente ahí, cuando me doy cuenta de que nunca merecerá tenerme en su vida. Ni siquiera como amiga.
—Sé que yo me pasé, pero solo quería ver si aún quedaba esa parte de ti. Cómo reaccionabas, cómo me mirabas. Pero siento que no te reconozco. Ya no eres la misma, Lena.
—No sabes lo duro que es perder a tu propio hermano y tener una familia como la mía, me conociste en mi peor momento y me hundiste más todavía y aún así has estado dispuesto a volver a hacerme sufrir —le voy a dar pena y no quiero eso. Se reirá. Pero, la primera lágrima se asoma vagamente y está a punto de caer. Entonces, hace un acto que me sorprende y me abraza.
—Lo siento... Por todo. Simplemente no quiero que me odies más. Quiero que vayas a mejor, no verte cada vez más triste y deprimida. Aislada de todo el que te quiere en su vida.
Se acerca a mí lentamente.
—No juegues a esto, aléjate de mí—es lo único que pido, la verdad es que es un tanto incómodo.
—No juego...
Y de repente las famosas mariposas. Esas que no siento desde hace años. Esas que él provocaba en mí. Pero antes de que Dereck actúe, me encargo de ser mucho más rápida y me tomo el café (con la esperanza de ahogar esas cosas que revolotean en mi interior) para irme sin mirar atrás. Me repito a mí misma lo que merezco y huyo como nunca antes lo había hecho. Estar tan cerca de él me provoca la misma rabia que sentimientos encontrados y no me gusta, lo que menos necesito es revivir todo de nuevo. Es horrible.
¿Sabéis esa sensación de que no estáis en vuestro propio cuerpo? Bueno, pues esa soy yo ahora mismo. No me reconozco. Desde hace meses había estado evitando todo contacto con este ser (y con todos los de género masculino) y de un día para otro, de la noche a la mañana, vuelvo a sentir un huracán en mi estómago estando cerca de él. La barrera de fortaleza de la que hablé antes parecía derribarse en cuestión de segundos. Y me aterra muchísimo más de lo que me gustaría admitir.
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Destinos cruzados (editando)
RomanceMarcos y Lena son dos personas que, aunque llevan vidas muy diferentes, comparten una conexión más profunda de lo que imaginan. Él es alguien que suele pasar desapercibido y que lucha día tras día contra sus demonios internos. Ella, por otro lado, e...