N U E V E

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APRIL

Mi corazón parecía un huracán lleno de sentimientos, estaba tan nerviosa e impactada con aquella carta o más bien ¨amenaza¨ era realmente ridículo porque lo único ¨malo¨ que hice en toda mi vida fue enamorarme de mi mejor amigo, Daniel...

Sin embargo, no me arrepentía de nada, pese a que fue un amor unilateral y por consiguiente jamás estuvimos juntos, disfrute todo el tiempo que la vida me permitió amarlo y digo permitió porque el falleció mientras manejaba.

Ni siquiera ningún familiar pudo verlo, por el inmenso dolor que sentíamos, así que se mantuvo todo el tiempo cerrado el ataúd y lo que lo es extremadamente inexplicable era que al perderle  también perdí una parte de mi, pero es otra historia la cual está en el baúl de los amargos recuerdos.

-April, April- Esmeralda golpeaba impaciente la puerta y me hace reaccionar de mis dolorosos pensamientos.

-Ya voy- abro la puerta y aquella se veía fatal, sus ojos rojos e hinchados demostraban tristeza y aquello una gran preocupación a mí, más de la que sentía en aquel momento, después de ver aquella amenaza.

-Sara está... - es lo único que sale de su boca

- ¿Qué sucede Esmeralda?- pregunté nerviosamente

- Sara está en el hospital, unos malditos la han golpeado por no dejarse robar- su voz se quiebra

-Tranquila- la abrazo y ella suelta un mar de lágrimas, odiaba verla así, pero entendía que ellas tenían una gran conexión, incluso más de la que yo pensaba que teníamos.

A veces me invadían aquellos pensamientos, de que ella solo fingía ser amable y se alegraba de mis logros por aparentar, pero después me reprendía que no todas las personas son iguales  a las chicas que conocí en el instituto, unas malditas víboras que hicieron de mi vida una mierda.

-¿Me acompañarías al hospital?- pregunta con su voz quebrada.

Aquello era una petición muy compleja, los hospitales me causaban temor y sobre todo dolor por experiencias terribles.

La primera fue durante casi toda mi infancia, ya que por el asma me la pasaba acostada en una camilla con un tanque de oxígeno por problemas de respiración y ahora solo lo controlo con un inhalador.

Por otro lado, me marcó mucho ir a urgencias al hospital por la muerte de Daniel mi mejor amigo y el último y más impactante recuerdo era el de mis padres que estaban en la habitación del hospital, la última vez que los vi...

Pero algo que tenía claro, era que de hoy en adelante mi vida iba a cambiar y aunque doliese no podía confiar ni poner en peligro a nadie, aquella era mi batalla y por más miedo que tuviera los debía enfrentan sola y no esquivarlos como una cobarde.

Es tiempo de renacer y esta vez dejarle claro a todos esos mal nacidos, que se metieron con la chica equivocada y les haría pagar hasta la última lágrima derramada.

Pero para que las cosas funcionasen, debía ser una buena actriz, mis planes no deben ser arruinados y aunque la venganza es un plato que se come frío, me daba igual, con tal de hacer pagar a todos lo que me han hecho sufrir, sin importar quien sea.

Una vez fuera del hospital, Esmeralda me mira fijamente y me regala una sonrisa triste.

- ¿Estás lista?- pregunta y automáticamente solo asiento, sin perder el tiempo ella camina hasta recepción para preguntar en qué habitación estaba Sara.

De repente a pesar de que aquella joven y Esmeralda hablaban, pasaron a segundo plano, mi cabeza empezó a dolerme, veía borroso, me faltaba la respiración y mis manos empezaron a sudar y temblar.

Mi cuerpo en segundos se puso débil ¡Dios ahora no!- pedí, pero todo me daba vueltas, aquello que sentía hizo que me desplomara, varias personas gritaban, pero cada vez más sus palabras se escuchaban menos, solo sentí que alguien me levantaba y acostaba en una camilla...

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