VI

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EMMA

Una vez se ha ido Elton mi madre no ha parado de hacerme otro interrogatorio, pero esta vez acerca de él. Ni siquiera he sabido qué responderla porque no es mi amigo, no somos absolutamente nada. Apenas sé su nombre.

El hijo de nuestros vecinos ha decidido llamar al timbre y tratar de conocerme, un gesto que me ha parecido muy adorable. Hemos estado dando una vuelta por el parque durante toda la tarde y charlando sobre diferentes temas, desde mi mudanza a la cuestión de si hay delfines de color blanco o azul. Resulta que los padres de este encantador chico tienen una enorme empresa de hoteles, con lo cual son millonarios.

—Me alegro de haber pasado esta tarde contigo y conocerte, me has hecho el día más ameno.—me sonríe—Deberíamos quedar más días, si tú quieres. Nunca había quedado con nadie de la vecindad.

—Claro, me encantaría.

Nos quedamos en silencio unos instantes y nuestras miradas se quedan fijas hasta que interrumpe el momento una tos. Está Elton apoyado en la barandilla de la escalera del porche mirándonos de brazos cruzados.

—¿Vamos?—pregunta sin importarle la presencia de Dylan, quien me mira extrañado sin entender nada.

Se me ocurre la idea de presentarlos para que no hayan malentendidos.

—Dylan este es Elton, un compañero de clase. Elton este es Dylan, mi vecino.

—Encan...

—No hace falta que nos presentes, Emma.—le interrumpe Elton y se dirige a él—Tranquilo tío, no te la voy a quitar si es eso lo que te preocupa.

Dylan se queda embobado mirándolo y yo me despido cuanto antes. No quiero que hayan problemas. Sabiendo el carácter que tiene Elton empezarían a matarse.

—¿Nos vemos mañana?

Asiente con la cabeza y me da un beso en la mejilla. Se va no sin antes lanzarle una mirada asesina a Elton.

—¿Has visto cómo me ha mirado?—me pregunta señalándolo.

—¿Cómo quieres que te mire después de lo que le has dicho?—pregunto sarcástica—Tranquilo tío, no te la voy a quitar si es eso lo que te preocupa.—le imito.

Pone los ojos en blanco y vamos a su coche.

—¿Ya sabes cómo tienes que actuar?

—No, no hay ningún tipo de norma ni de papel cinematográfico.

—Dame la mano, pero no en todo momento.—levanto las cejas impresionada—Ya se que es impresionante, no me mires así, pero tiene que creérselo.—dice como si me hubiera leído la mente—Nada de besos, si no te los doy yo tú no me los des.

—Ah, que... ¿Me vas a besar?

—En un caso extremo sí pero de momento he dicho que nada de besos.—asiento con la cabeza extrañada—También intenta no mostrarte cohibida, el otro día poco más y te meabas encima.

—¡No estaba cohibida!

—Si lo estabas y lo sabes.

PRÁCTICAMENTE EN PROBLEMAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora