« Tu eres la razón de mi existir, aunque suene exagerado, te hiciste indispensable para mi ser »
Sofía.
Faltaban menos de media hora para que salga de trabajar.
Veo a Gabriel, mi jefe, salir de la oficina con el teléfono en la mano y una cara de nostalgia.
- Sofía, te podés volver a tu casa - avisa - tu esposo te va a llamar ahora.
Asiento extrañada, nunca salía temprano al menos que sea una urgencia.
Me cuelgo mi bolso y me voy a buscar mi auto.
Ya en el estacionamiento el celular me suena.
Era Valentín.
- Valen, ¿Que paso? - pregunto asustada.
- Justi... Justina desapareció - escucho que solloza.
El celular se me cae de las manos, las cuales tiemblan a más no poder.
Trato de controlarme, agarro mi teléfono y voy directo a mi auto para emprender el viaje.
Cuando estoy al frente de mi casa parece que todo sucede en cámara lenta.
Al bajarme del auto, ver la policía en mi casa, caigo de rodillas en el pasto.
Mi nena, mi bebé.
Se la habían llevado.
Veo a Valentín venir hacia mi, queriendo levantarme.
Pero lo que él no sabía es que ya estaba hecha pedazos.
Desde ese día nada volvió a ser igual.