Narrador omnisciente.Había pasado dos años de aquella tragedia.
Valentín y Sofía se habían preparado con la mejor ropa de invierno que tenían.
Habían comprado el ramo de flores más lindo que les ofrecieron.
No les había importado pagar dos mil pesos, hoy era una fecha importante y a la vez triste para ambos.
Hoy Justina cumpliría quince años.
Cuando llegaron al frente de su tumba, cambiaron las flores marchitas por unas rosas rojas y claveles.
Pusieron una bolsita de regalo al lado la cual tenía cartas de sus familiares y algunos dulces que le gustaban a la niña.
- Te extrañamos tanto Justi pero sabes que en donde estes siempre te vamos a amar, sos nuestra luz Justina - hablo Sofía y como si fuera algo de otro mundo mariposas se hicieron presentes al igual que colibrís.
Las dos criaturitas que a su hija admiraban.
Valentín sonrió con pena mientras besaba la cien de su esposa.
- Ella está acá con nosotros, esto es una señal - dijo el.
Se quedaron admirando hasta que se tuvieron que irse sin antes despedirse de su hija y dejar un beso en la foto que estaba allí.
Prometiendo volver cada día para nunca estar ausentes.
Para siempre recordarla.