Día del accidente

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Era tarde y trabajaba, una siquiatra tiene mucho por hacer. Raúl era mi último paciente, examina su manera de actuar, era la primera vez que lo veía, no tenía pinta de ser alguien con problemas mentales, pero la mayoría de pacientes no la tienen.

Raúl era grande, piel blanca, sonreía mientras contestaba mis preguntas, siempre muy cortante, decía que hacía cosas que no podía controlar y estaba aquí porque no quería lastimar a nadie más.

Mientras conversábamos se levantó, me dijo que lo sentía y comenzó a apretar mi cuello con sus fuertes manos, lo último que recuerdo es a los de seguridad corriendo hacia mí intentando apartar a Raúl.

Y ahora aquí me tienen en un hospital completamente sola, he llorado por más de una hora y no por el inmenso dolor que tengo en el cuello, si no porque nadie ha enviado flores o preguntado por mí...

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