No lo negaría, su mirada sombría me aterraba.
Pude sentir el primer golpe directo a mi mandíbula, luego me desplome en el suelo, no me diste tiempo de levantarme cuando tomaste sin delicadeza mi cabello para tirar fuertemente de el y hacer que te mirara a los ojos.
La mirada que me dedicaste dolía más que el dolor provocado por los golpes.
Ese dia habías roto mi labio y otro pedazo de mi corazón.