—¿Y qué planes tienes para esta noche?
—¿Por qué la pregunta?
Lupa alzó la vista de su libreta, dejó su lápiz encima de ella y sonrió.
—Bueno. Tenía planeado llevarte al cementerio de nuevo... —Lemy sonrió con pena—. Claro, si no tienes nada mejor que hacer.
La albina miró con una sonrisa al niño que estaba reparando aquél viejo carrito de pedales en la habitación que, temporalmente, ellos dos compartían.
Había sido una visita larga a los abuelos, ya ni hablar de agradable para la familia. Fue incómodo cuando su madre se negó en acompañar a sus padres a visitar la tumba del que hubiera sido su hermano mayor inmediato. Claro, si éste hubiera siquiera nacido.
Lupa no conocía mucho, al final de cuentas, sabía lo mismo que su padre.
Tal parecía que durante el embarazo número seis de su abuela Rita, ella tuvo un percance a los seis meses de espera. Tal vez el número seis no era de buena suerte para los Loud. Supuestamente fue un aborto natural, algo inevitable, o así lo llamó su padre cuando ella preguntó sobre quién era Warren por primera vez. Se suponía que él iba a ser el primer hijo varón de Lynn Loud, por eso la petición tan directa de ponerle nombre él. A Lupa le parecía curioso que el niño se fuese a llamar Warren, siendo que lo más probable hubiera sido que se llamara como él, o como hizo su madre, ponerle el nombre de un pariente o algo así. Tal vez su abuelo pensó mejor las cosas y entendió, al contrario de su tía Lynn, que usar ya un nombre tres veces era algo medio forzado.
—¿Me quieres llevar a ver a Salvador?
La osadía de Lemy le agradó a Lupa, no sabía porqué, pero ver a su primo arreglar el carrito de motor mientras se limpiaba el sudor y la grasa de la frente se había vuelto mucho más interesante que su libreta.
—Quiero celebrar el inicio de mi nuevo proyecto, algo así como un ritual de la buena suerte.
—Te oyes como la tía Lynn.
—Vamos, nunca está de más creer en algo —miró con una sonrisa a su prima y continuó—. Tú también crees en esa basura de la brujería, ¿o no? Entonces yo puedo creer en mi propia basura.
Lupa respingó por lo bajo, levemente avergonzada de haber sido acorralada. Si bien era cierto, a ella no le interesaba tanto esas cosas como a su madre. Más bien para ella representaban más un entrenamiento que una creencia en concreta.
—No vayas a manchar mis cosas con aceite o alguna otra porquería de maquinas.
Aunque el chico hubiera puesto una lona debajo del auto, que estaba elevado en el aire por la poderosa fuerza de un gato hidráulico, a Lupa no le pareció de más recordarle a su primo aquella cosa.
—No te preocupes. No lo haré —Lemy se detuvo un momento para contemplar orgulloso su trabajo, bueno, el poco que llevaba hasta ahora—. Además, apenas comencé a remplazar las piezas de plástico por unas de verdad. Hace un año encontré un MiniCar en el basurero. Quería reparar ese, pero simplemente ya no servía más que para repuestos. Tal vez terminé esto en un par de días y pase a reparar el motor.
—¿Cómo? ¿Aún no lo tienes listo?
—Nop. No tengo plata para comprar uno nuevo. Así que busque en los tiraderos de chatarra uno que no estuviera tan demacrado —se sacudió un poco, como lo haría un cachorro mojado—. Así que, literalmente, estoy haciendo este coche desde cero.
—¿Y por qué lo haces en primer lugar?
Curiosa, Lupa se atrevió a formular aquella pregunta. Lemy chasqueó la lengua divertido y se dio cuenta de algo.
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Dead Zone.
FanfictionImagina sentirte triste todos los días. No tener motivos para vivir. Ser burla de todos. Tener que estar a la defensiva todo el tiempo. Sentirte vacía por dentro. Imagina que en el mundo sólo existe una persona que genuinamente te hace reír, llorar...