Un Beso con Sabor a Vainilla...

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—¡¿Qué mierda pasó?! ¿¡QUÉ MIERDA, HOMBRE!? —Lupa gritó, más enseguida se silenció a sí misma al reconocer lo temprano que era. Lo último que ella quería era despertar a sus padres en ese momento tan poco agraciado en la vida de la albina.

No había sol. No todavía. El ambiente era frio, azul, cansado y desvelado. Lemy se levantó horrorizado, casi llorando. Apoyando su delgado cuerpo contra la pared pudo incorporarse, le temblaban las piernas. Lupa se inclinó en sus rodillas, apenas consiente de lo que estaba |haciendo, y se levantó con relativamente mayor facilidad que la de su primo. Ya de pie, ambos se miraron frente a frente, directo a los ojos. Solo un instante, solo fue un pequeño momento en el que sus dos miradas se cruzaron por accidente. Solo ese pequeño desliz fue suficiente para que, avergonzada, Lupa se encaminara a la puerta de su habitación.

—Iré, iré a ver la televisión... Yo, tú, bueno, este, duerme si quieres —improvisó, casi ahogándose con su lengua—. ¡Mierda! ¡Si que es tarde! ¿No?

Lupa siempre había sido buena mintiendo, tan buena cómo era de mala descubriendo, al contrario, cuando le mentían a ella. Peor no ese día. Ese día Lupa había olvidado cómo mentir, cómo pensar y cómo hablar. Lemy entendió el esfuerzo que Lupa estaba haciendo para evitar el tema, y se sintió reflejado.

—¡Claro! ¡Es muy temprano...!

Intentó ayudar con el corte del pesado ambiente que de pronto se había colado en la habitación, sin embargo, fue interrumpido a la mitad. Antes de darse cuenta, Lupa ya había salido de la habitación y cerrado la puerta de un ruidoso golpe. Lemy entendió que ir a seguirla sería, cuanto menos, una muy mala idea.

En la fría soledad de la madrugada, Lemy tembló. No por frio, ni por reflejo, tembló de miedo puro. Quedó estático por un momento, en un punto muerto. Finalmente terminó estallando, soltando todo lo que traía adentro. Se tomó de los cabellos con fuerza, al principio solo se los revolvió, pero terminó arrancándose unos cuantos de un fuerte tirón. Ahogó un grito frustrado con el puño, casi sofocándose a sí mismo, mordiéndose la mano en el acto. Empezó a patear la base de la cama de su prima, cada vez más rápido, cada vez más fuerte. Solo se detuvo cuando reconoció la sangre bajando por su pierna derecha, se había abierto la piel a unos diez centímetros de la rodilla. La herida estaba caliente, su piel ardía y le vibraba. Ahogó otro grito, esta vez lastimándose lo suficiente como para hacer sangrar también sus nudillos.

Se dejó caer en el catre, de cara y dándose un golpe en el hombro con uno de los bordes. Maldijo de nuevo, quejándose por el dolor. Se dio la vuelta angustiado y miró con tristeza el techo.

Se tocó las mejillas, se sentían húmedas, estaba llorando. Se limpió con delicadeza y siguió mirando el mismo punto.

Lemy tenía que levantarse, al menos eso pensaba él, tenía que levantarse y llamar a su madre. Tenía que salir de allí antes del anochecer. Llamaría a su madre y le pediría permiso, tal vez para irse con los abuelos el resto del verano. Claro que, primero se pasaría por el baño y se limpiaría la sangre. Les pediría perdón a sus tíos, claro. Lo más difícil sería evitar que Lyra sospechara algo, pero al final del día, él era muy buen mentiroso. Con suerte, se iría sin hacer gran contacto con Lupa...

Había arruinado todo.

Lloró un poco más fuerte cuándo un pensamiento lleno de culpa aterrizó en su mente, cuál tren llegando a estación.

Era por esta clase de cosas que él no tenía ni un solo amigo en la escuela...

Siempre echaba a perder las cosas.

🐰🐰🐰

En la sala de la casa Loud sonaba una voz apagada y claramente ensayada. La sala de estar yacía en perfecta oscuridad. Las ventanas estaban cubiertas por sus persianas y la única luz que se podía filtrar era la estela de color artificial del televisor encendido. La caja emitía sonido en su mínima capacidad. La albina acostada en el sofá de su casa, en medio de la sala y enfrente del televisor, no quería levantar a nadie. Ni siquiera quería ver la televisión, se sentía muy cansada, casi exhausta. La tormenta no la había dejado descansar demasiado, a pesar de tener a Lemy...

Dead Zone. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora