¿Celos Y Cariño?

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—¿Qué crees que le guste? ¿Libros quizá?

Lupa le preguntó curiosa. Lemy miró a la niña y con un gesto de aceptación, se rindió en intentar darle una respuesta. No era que tuviera conocimientos muy extensos sobre su prima mayor inmediata. De hecho, sabía lo básico, y eso lo hizo sentirse mal ese día en específico. Ahora mismo no sabía qué tenía que llevar, mientras andaba con Lupa y Lyra por el Mall del pueblo donde vivían sus tíos, lo que lo desanimó bastante.

—No sé... ¿Tú qué le llevarías, Lup?

También él se veía curioso con aquello. Lupa se llevó su mano derecha a la boca, musitó palabras cortas por lo bajo, palabras que ni Lemy ni Lyra lograron entender y miró a Lemy de la misma manera que él la había visto a ella antes.

—Ni idea.

Lyra, quién preferiría estar ayudando a su tía con el pastel, suspiró. Lynnwood, que iba en el asiento para niños del carrito no dudo en expresar su opinión también.

—Pate. ¡Pate! ¡Pate!

Emocionado, el bebé miraba la sección de los pasteles a la derecha de los cuatro familiares. Lupa se le acercó a uno de ellos, y con toda seriedad, levantó uno que había llamado su atención y dijo segura de sí.

—Deberíamos llevar uno. No creo que mamá pueda de verdad preparar uno.

Lyra lo pensó, lo que la llenó de culpa por un segundo, pero se le pasó pronto.

—La tía Lucy nos dio dinero suficiente, y dijo que comprásemos todo lo que creyéramos fuese a necesitar... pero... ¿No se sentiría ofendida si se pronto llegáramos a su casa con un pastel? Sería como gritarle en la cara que no tenemos confianza en ella.

—Pues yo no la tengo.

Respondió Lupa.

Lemy, quién se había mantenido lejos de la conversación, y que estaba jugando con el pequeño Lynnwood, haciéndole gestos y cosquillas, por fin decidió participar.

—Yo creo que puede, además, ya son muchas cosas en la lista. El auto de la tía Lu no es espacioso y no podemos echar nada a la cajuela o se va a hacer mierda —Lyra lo zapeó y le dijo severamente "lenguaje". Lupa y Lynnwood rieron por el regaño y Lemy decidió seguir después de acariciarse la nuca—. Bien. Pero L'Wood y tú pueden ir por la mitad de la lista, yo y Lupa podemos ir a por la otra mitad.

—Es Lupa y yo, tarado —corrigió cansada Lyra—. Pero es buena idea al final, solo no vayan a explotar la tienda o algo así.

—¿Cuál es la diversión entonces? Vaya Vieja Amargada que eres Lyra, la tía Lucy es todavía más divertida que tú.

Exclamo Lemy, divertido como pocas veces en su vida. Al parecer, la salida familiar había sido muy del agrado del rockero de nueve años. Lupa despidió a su hermano con un golpecito en la nariz, como el que se le solía dar a una uva para bajarla suavemente de su racimo. La redonda bolita que el niño tenía entre los ojos rebotó un poco entre el espacio de piel de sus pecosas mejillas, digna y galante del estigma que se le tenía por su corta vida, aquella cosita era tan diminuta como una verdadera uva. El niño pareció entender el gesto, pues con una sonrisa llena en el rostro y alegría sincera en los ojos, verdes como los de su madre y hermana; tan hermosos como esmeraldas. Tomó el dedo índice de su hermana y lo lamió en una suerte de beso mal coordinado. Balbuceó unas palabras en su raro idioma de infante, carcajeó un rato y sacudió sus pequeños brazos para despedirse de su hermana.

—Te lo encargo... —la niña arqueó sus labios delgados y rosados levemente hacia el cielo, con suerte de brutal maldad oculta— ¡Pero no le vayas a pegar lo cargante, Vieja Insufrible! ¡Ni le pegues lo fanático, loca!

Dead Zone. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora