13: Born To Die

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Nathaniel


Cuando tocaron la puerta del remolque, supe lo que había ocurrido.

No era necesario saber quién estaba fuera. No era necesario que me lo dijeran. Con sólo ese toque, yo ya sabía que Castiel había muerto.

Porque de haber estado vivo, ese hijo de puta habría entrado como un rey, sonriendo con superioridad, listo para decirme que me había equivocado una vez más y debía chuparle la polla como castigo.

Y oh, Castiel, yo feliz te habría hecho la mamada de tu vida si hubieras regresado esa noche.

Con las manos temblando, vistiendo sólo ropa interior y una tonta camisa de El Rey León que te pertenecía, fui a abrir encontrándome con el rostro lleno de lágrimas de Kentin .

—Lo siento —fue lo único que dijo, con la voz rota.

Lo miré, desviando sus ojos hacia la camioneta estacionada a unos pasos de él. La camioneta de Castiel, donde habíamos follado tantas veces.
—¿Dónde está Castiel? —le pregunté calmadamente.

Ahí la vi, entonces: a la niñata que no hizo más que traernos desgracias.

Debrah.

La rabia bulló en mí al verla en el asiento del copiloto, acurrucada, mirándome.

—¿Dónde está? —volví a preguntar, ahora la dureza en mi voz.

Kentin tomó mi hombro, pero no quería eso.

No quería su maldita compasión.

—Castiel no está, Nathaniel—fue lo único que contestó.

Algo se quebró dentro de mí.

Lo empujé, diciéndole que se fuera al diablo, y Kentin cayó al suelo. Pero no me detuve a verlo, sino que me dirigí hacia Debrah, abriendo la puerta del auto, agarrándola de la chaqueta.

La chaqueta de Castiel.

—¡Puta! —le grité asqueado—. ¡Es tu culpa, tu maldita culpa, zorra de porquería! —le di una bofetada, tirándola al suelo, y volví a agarrarla del abrigo—. ¡Tú lo mataste, mocosa asquerosa, perra necesitada!

Kentin gritó algo en el momento exacto en el que le quité el abrigo a Debrah, que sólo lloraba en silencio.

Y vi las burdas ropas que vestía, ese babydoll femenino, de color blanco, que mostraba su torpe cuerpo adolescente.

Entonces, me di cuenta de algo muy importante.

Debrah no era más que una inocente niña de quince años que había sido lanzado a un mundo de adultos.

Que Debrah, esa mocosa que había querido a Castiel para tener algo de atención, había sido condenada desde pequeña, sin poder decidir sobre ella misma.

Porque a diferencia de Castiel, Debrah había crecido en ese mundo lleno de adultos, rodeado de unos padres que no la querían, ansiosa de tener un poco de atención y cariño sobre ella. A diferencia de mí, Debrah nunca experimentó lo que era tener la vida asegurada, una comida al llegar a casa, padres que se preocuparan de que no te faltara nada.

Castiel y yo nos condenamos por decisión propia, pero Debrah había sido condenada por el resto.

Y tú te diste cuenta de eso, ¿no es así, Castiel Leunam? Por eso quisiste salvarla, entregarle algo de poder sobre sí misma.

Sollocé.

—¡Váyanse! —les grité a Debrah y Kentin—. ¡No quiero verlos más! ¡Váyanse!

Born To Die || Casthaniel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora