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Son las 6:00 de la mañana, es el día 21 de abril del 2019. Ahora mismo la noche reina en las calles, pero no en el cielo, ya se empiezan a divisar unos muy breves haces de luz, tan breves que aún no dan para ni si quiera caminar por la calle. Afortunadamente hay un soporte de luz del sistema eléctrico que hace que podamos caminar sin llegar a tropezar de una manera muy tonta y hacernos una herida digna de dejar el lugar e ir a un hospital.
Un gallo ha cantado ya tres veces, con su grave canto nos da a entender que la jornada está a pocas horas de comenzar.
La escasa luz de la Luna, detrás de una densa nube, nos ilumina con gran intensidad una última vez para iniciar su despedida hasta dentro de unas diecisiete horas.
Predomina un fuerte olor a humedad repulsivo los primeros minutos pero que al cabo de esos pocos minutos se nos acostumbra tanto que no lo podemos diferenciar, además, este olor desparecerá al cabo de una o dos horas.
Ya hay pájaros que cantan. Nos dan una melodía con la que caminamos por la fría calle del pueblo. Nos detenemos un momento y observamos que, ¡el sonido del río es cinco veces mayor que el de los cantares de los pájaros!
El gallo sigue cantando, es un gallo que, o bien te da igual, o bien lo quieres matar cada vez que canta, ahí te dejo a ti que elijas lo que quieres pensar, eso sí, pensar, no hacer. No puedes matar a un gallo que no es tuyo el cual proporciona apareamiento con otras gallinas que proporcionan huevos los cuales: proporcionan comida para nosotros o para hacer nacer más gallinas que generen más huevos para seguir este proceso. La mayoría de las veces, se opta por la recogida de huevos para comerlos, huevos que fritos saben deliciosamente.

Un día en un pueblo en 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora