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La dueña de la casa, se levanta del sofá y algunos nietos, tres exactamente, la siguen. Se dirigen a poner la mesa, al escuchar el sonido de los platos chocando levemente entre sí y los cubiertos creando una melodía completamente ajena a cualquier orden musical, algunos de los que se encuentran en el salón acuden a la cocina para ayudar, mientras dos vacían el lavaplatos, dos apilan platos y los llevan al comedor, detrás, uno con muchos cubiertos en mano. Y detrás uno con una bandeja de madera con vasos de cristal de base hexagonal apilados unos encima de otros, si nos fijamos, los vasos superiores los lleva un poco torcidos, pues al apilarlos pueden correr el riesgo de que queden encajados, y claro al ser vasos de cristal y al intentar sacarlo haciendo fuerza podemos quebrar uno de los vasos o los dos si es que tenemos un día malo en cuanto a suerte se refiere. Una forma de arreglar esto es (en caso de que el vaso superior no se haya encajado muy profundamente en el vaso inferior) hacerlo rodar, podríamos mantener aún tales vasos.
Volviendo a la calle, nos percatamos de la vuelta de la luz del sistema eléctrico. Aún hay un poco de luz en la calle, pero no la suficiente, ha empezado a anochecer.

Un día en un pueblo en 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora