Capítulo 27

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Amélie.

Me despierto con una jaqueca irritante. Aún así a duras penas me levanto y me arrastro hasta la habitación de Mália, me sorprende ver que está vacía así que decido buscar mi celular y cambiarme la ropa. El beso con Clover se hace presente en mi cabeza y me atormenta. ¿Debería hablar con el?

—Ah —Murmuro—. Pero si hablo con el, tendría que ser ahora, no creo que pueda hacerlo más tarde, y... ¡Aahhh!

Antes de arrepentirme, me pongo un vestido azul celeste y unos tacones del mismo color, tomo mi teléfono y cepillo un poco mi cabello para luego, con pasos firmes, ir  casa de los vecinos. Para mi suerte, papá y mamá aparentemente salieron temprano.

Mis nudillos se frenan a centímetros de la madera.

¿Qué le diré exactamente? ¿Que me gusta? ¿Que me gustó el beso? ¿Y si me rechaza? ¿Y si paso pena por no saber decir las cosas? ¿Y si no está en casa y tengo que poner alguna excusa? ¿Y si besarlo fue un error? ¿Porqué le seguí el beso en primer lugar?

Porque el chico con cara de psicópata te gusta. Duh.

La puerta se abre justo cuando me doy la vuelta para correr a casa. Los ojos verdes de Clover me miran con curiosidad, y me dan una sonrisa torcida.

—Hola —Mi voz se esconde en el momento menos oportuno y suena similar a un hilo de sonido.

—Hey —Él se rasca la nuca, algo incómodo.

Y cómo no.

—¿Puedo... pasar? —Pregunto, algo tímida.

El asiente y se hace a un lado, luego, cierra la puerta detrás de nosotros.

Me quedo estática en mi sitio, a tres pasos de él, pensando en cómo puedo comenzar.

—Ah, esto... —Mis manos empiezan a sudar—, yo...

—¿Quieres hablar de lo que pasó en la fiesta? —Me pregunta, ladeando su cabeza.

Asiento lentamente.

—Ah, mejor no. Haré como que no hicimos nada —Digo, dándome la vuelta en un intento en vano de salir de aquí.

Cuando giro la perilla, me doy cuenta que está cerrada con llave, pero no entro en pánico, solo me quedo quieta en mi sitio.

—Abre la puerta, por favor. —Susurro.

Mi espalda se queda rígida cuando una de sus manos se acerca a mi brazo desnudo, una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo y me dan ganas de voltearme y besarlo, otra vez. Es increíble, porque nunca había besado a alguien, y cuando él lo hizo por primera vez, fue como una adicción. No hay momento en el que no piense en sus labios contra los míos.

Por Dios.

—Amélie... —Su voz algo ronca y baja se estrella contra mi oído.

Cierro mis ojos, y suelto un largo suspiro, disfrutando del tacto.

—¿Porqué no quieres hablar... del beso? —Es como algo que resuena en mi mente, algo que me recuerda lo que hice, una y otra vez.

—Me besaste. —Susurro, aún con los ojos cerrados.

—Me gusta besarte.

—No somos nada. —Le recuerdo.

Él gruñe molesto.

—Podemos serlo. Seamos algo, Amélie.

Mi nombre dicho por él debería ser la Octava Maravilla del Mundo.

CLOVER © [S.S #03].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora