Amélie.
A la mañana siguiente, cuando ya estoy lista miro la hora en el reloj; no llegan a ser las 7:30 a.m. Mália aún tiene chance de levantarse perezosamente y desayunar, luego de vestirse. Le tiro una almohada, y mientras se queja, busco entre mis cosas mi collar de estrella. Es pequeño; de la cadena dorada cuelga una estrella pequeña del mismo color. La manera en que la obtuve fue extraña, la encontré en la puerta de mi antigua casa hace un par de años. Nadie vió quien la puso, simplemente lo hicieron y ya, entonces yo lo encontré, y me lo quedé. Tenía catorce, entonces mamá supuso que era un regalo de alguien, y me dejó tenerlo. Desde entonces lo cuido bastante, porque siento que de alguna forma me protege.
Lo sigo buscando; no lo encuentro. Comienzo a desesperarme, entonces acudo a Mália y la zarandeo.
—¡Mália! No encuentro mi collar de estrella. —Le digo, y ella se levanta somnolienta.
—¿No lo tienes en tu mochila? —Pregunta y yo niego— Sunny, busca bien. De seguro está por ahí guardado y no lo recuerdas.
Yo niego de nuevo. Lo busqué hasta el cansancio, y no está.
—No importa. Luego lo buscaré. Debemos ir a clases. —Le digo, mirando el reloj, y cayendo en cuenta que ya perdí media hora.
—Bien, bien. Voy. —Se levanta y, arrastrando los pies, sale de la habitación.
Yo me tiro en la silla del tocador, tocando en mi pecho el espacio vacío en donde se supone que debe ir el pequeño dije de Estrella. Me siento extraña sin él colgando de mi pecho, demasiado. Media hora más tarde, mientras me como el cereal, Mália llega a la cocina, con su melena platino suelta, y comienza a mordisquear una manzana.
—¿Qué clases tenemos hoy?
Trago mi cereal—: Matemáticas, Biología, y Química. A última hora, hasta la tarde, tenemos deporte y es la única que compartimos.
Ella hace una mueca graciosa, y yo me río de eso.
Salimos juntas de casa, y pienso en esperar a Adair, pero aparentemente, no hay nadie en casa. Supongo que se fue con su hermano. Al llegar a la "Y'' en donde siempre esperamos a Ángeles, la nombrada sale de no sé donde con su mochila colgada, y su cabello recogido en dos coletas.
—¡Hola! —Su alegría me choca el rostro.
Mália se tira encima de ella, abrazandola, y seguimos el camino hasta el Instituto.
—Sinceramente; debo encontrar una forma de que para el nuevo año Escolar nos toque juntas todas las clases. —Bufa Mália— ¿Esperamos aquí a Adair o en los casilleros?
—Casilleros.—Responde Ángeles— Me llamó y me dijo que venía con su hermano.
—¿Ustedes ya se conocían? —Pregunto, y ella niega, mientras sonríe.
—No; ella recién entró al Instituto este año. Tenía entendido que iba por un año debajo de nosotras, o era de otro Instituto y la transfirieron a Wife. No recuerdo.—Responde con simpleza.
—Ah —Murmuro.
Saco un par de libros de mi mochila, y los tiro en el casillero. Re busco por si la dudas en busca de mi collar; no lo consigo.
Hago un puchero, y mis amigas se dan cuenta de ello.
—¿Tampoco está ahí? —Niego, Mália suspira— Demonios. Mira; ahora cuando regresemos a casa, buscamos mejor, con más calma. Buscamos en mi pieza, y en todos los lugares de la casa, debe estar no lo sé... escondida.
—¿Se te ha perdido algo? —Pregunta Ángeles, con inocencia.
Asiento—: Mi collar.
Ella asiente, con un puchero. Es tan tierna.
Un peso encima de mi y un grito hace que me tense, pero me relajo en cuanto veo los ojos verdes de Adair.
—¡Hola gente! —Suelta un suspiro— Llegué un poco tarde. Pero aquí estoy así es.
Deja un beso en la mejilla de cada una, y se tira a su casillero a lanzar libros y cuaderno de regreso a su mochila. Mália se va a su clase con Ángeles, y yo voy a la clase de matemáticas con Adair.
—¡Dios! en serio odio esta clase. —Farfulla. Se tira en nuestro puesto y reposa su cabeza sobre su mochila.
Yo río, y me siento a su lado. Antes de que el timbre suene, indicando el inicio de clases, Clover y su amigo entran al aula. Todos se callan, entran en un silencio algo incómodo, mientras ellos se tiran en los asientos de atrás.
La clase transcurre con aparente normalidad, al igual que el receso. Y cuando menos me lo espero, ya estoy camino a los vestidores para la última clase de la tarde.