Capítulo 7 - El Banquete de Otoño (Parte 1)

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El día del gran y esperado evento finalmente llegó.

Muerte se encontraba en su hogar, dando los últimos toques a su elegante vestimenta –en esta ocasión un refinado traje blanco y dorado- delante de un espejo.

-¿Quién podría haber imaginado esto? –se dijo entonces para sí en voz alta, cargada de emoción, cuando el nudo de su corbata estuvo perfectamente compuesto.

-Que volvería a asistir a otro Banquete de Otoño con Vida. –añadió encantado y expectante.

Sus Bellogiovane no estaban alrededor. Con el paso de las semanas había impuesto normas nuevas y ahora la casa parecía vacía aunque en realidad no lo estuviese.

Más autonomía y libertad para sus siervos -al menos en teoría-, y la posibilidad de participar en su trabajo en la Tierra si estos así lo deseaban.

Muerte había visto esto como alguna clase de ascenso, para aquellos que consideraba ayudantes y no sirvientes. Pero los Bellogiovane se habían mostrado confusos y perdidos, sin saber cómo responder al ofrecimiento de su Señor.

El dios no había insistido, al fin y al cabo nunca había requerido de servidumbre en su hogar. De igual forma en su nuevo trabajo la sensación de prisa e inmediatez había desaparecido por completo. Por lo que sintiéndose muy relajado continuó preparándose frente al espejo hasta que uno de aquellos Bellogiovane golpeó su puerta para informar:

-Mi Señor, su Majestad Vida ha llegado.

-Gracias –exclamó encantado, volviéndose hacia él y caminando con paso ligero hacia el salón.

Allí le esperaba el hombre previamente citado. De pie, sonriente. Luciendo un refinado traje de gala azul marino. Mucho más elegante de lo que Muerte le había visto nunca en toda su larga existencia.

La sorpresa fue implícita en su cara. Y tanta que hasta el propio aludido se dio cuenta.

-¿Qué? ¡¿Qué pasa?!–cuestionó entonces mirándose así mismo inesperadamente inseguro. Como si temiese que por cuestiones que no vienen al caso fuese a encontrarse de pronto desnudo o llevando alguna ropa extraña y por descontado ridícula.

-¿No estoy bien? ¡Es el traje de siempre! ¡¿Qué le pasa?! –añadió al poco aún agitado.

-No, no pasa nada –le explicó Muerte aún atónito con sus mejillas prendidas en leves tonos grana. –Es solo que estas... increíble...

-¡Oh, vamos! –exclamó entonces Vida empezando a relajarse. -¡Como si no me hubieras visto así ya más de una centena de veces!

Muerte tuvo que morderse la lengua y comerse su obvio "Pues en realidad no", fingiendo una vez más naturalidad al decir en tono galante:

-Da igual las veces que te vea, siempre eres una alegría para la vista.

-Oh, por favor ¡Vanidad! Vaya forma más rebuscada de elogiarte a ti mismo. –replicó entonces el otro dios entre divertido e impaciente. -¡Tú elegiste este traje! ¡¿Acaso lo has olvidado?! ¡Así que déjate de tonterías y vámonos! ¡Tenemos un concurso que ganar!

Dicho esto Vida tomó al otro dios del brazo, obviando sus nervios e incomodidad. Llevándoselo rápidamente con él cuando se desmaterializaron fuera de aquel hogar para reaparecer al poco en el vestíbulo del gran salón barroco donde se celebraba aquella última edición del Banquete de Otoño.

El ambiente era sumamente distinguido y la decoración desmedida.

Algunos de los sirvientes de Musa ya se encontraban en el escenario cantando y llenando de música todo el lugar. También había otras puestas en escena: Muerte reparó de pronto en que Amor también había tenido algo que ver en la organización del evento. Pues algunas Cupido ataviadas con espectaculares trajes de fantasía elaborados con decenas de rosas blancas posaban sentadas en columpios dorados que pendían de los altos techos, balanceándose de tanto en tanto de forma grácil. Haciendo que las pequeñas alas de plumas blancas a su espalda se meciesen al compás de sus movimientos acrobáticos.

Utopía [ Amolad ] [ A Matter Of Life And Death ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora