Capítulo 11 - Los problemas uno a uno (Parte 2) (+18)

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De vuelta al Fabren Bastion, Muerte se dejó caer en el sofá de su morada exhausto. Estaba aun más agotado que cuando trabajaba incansablemente recolectando almas por el mundo.

"¿Cómo es posible?" llegó a cuestionarse al darse cuenta de ello.

"¿Cansancio emocional? Hoy tampoco ha sido un día fácil" se dijo al poco tratando de no guardar mucho rencor a Fortuna por todo lo que le había dicho en aquella jornada.

"Novia florero" recordó el antiguo dios oscuro resoplando con irritación a continuación.

"Sí. Claro"

"Como si mi relación con Vida hubiese sido fácil en algún momento"

"Es más. ¡Ni ahora lo es! ¡¿Quién me iba a decir a mí que incluso siendo "Vanidad" iba a tener tantos problemas absurdos?!"

Y con este pensamiento en mente Muerte reconoció que las cosas con aquel dios de piel turquesa seguían un poco turbias desde la noche del Banquete de Otoño.

Algo representativo de ello era que Vida no estuviese en su casa en ese momento.

El número de visitas había descendido considerablemente desde esa noche.

No estaban enfadados, por supuesto, pero había una sensación incómoda entre ellos que parecía empeñada en no desaparecer.

"Tal vez debería ser yo quien fuese a verle esta vez... Tal vez la mejor forma de volver a la normalidad ES actuar con normalidad... o lo que quiera que se suponga que sea eso..." se dijo entonces Muerte tratando de reavivar su ánimo pese a no estar para nada convencido al respecto, al recordar los eventos de su primera y última visita a la casa del otro dios. 

"Pero antes de que todo se pusiese tan raro, en realidad él me dio a entender que yo también podía ir visitarle cuando quisiese ¿no es cierto?"

Así fue como se obligó a levantarse del sofá. Se cambió de atuendo. Y tratando de mantener una actitud galante y positiva se desmaterializó para reaparecer en el pórtico de la morada de su pareja.

Allí golpeó a la puerta. Pues a diferencia de Vida, lo de entrar sin ser invitado no era algo que gustase de hacer. Después esperó. Durante bastante tiempo de hecho. Tanto que llegó a pensar que en realidad no había nadie dentro y que el dueño del lugar debía de estar en algún punto del mundo humano haciendo a saber qué.

Mas cuando estaba a punto de irse, uno de los sirvientes del otro dios apareció por allí, y Muerte aprovechó para indagar un poco antes de volverse de forma resignada a su propio hogar:

-Disculpa, ¿No sabrás dónde está Vida?

Tras la pregunta, el Ave alzó la cabeza como si estuviese buscando algo o pudiese sentir la presencia de su superior en caso de encontrarse cerca. Por lo que a final contestó sumamente cortes:

-Mi Señor se encuentra en su residencia su Majestad. ¿Desea verle?

-Bueno...pues sí –replicó Muerte, ahora inseguro. Pues no entendía por qué estando en casa, Vida no se había molestado en abrirle la puerta.

El Ave pasó entonces a, con un movimiento de su mano, abrir la puerta de aquella morada. Después hizo una leve inclinación de cabeza y se marchó dejando al dios sólo en el umbral.

Así fue como Muerte, todavía indeciso, dio un par de pasos dentro de aquella casa que en realidad no conocía tanto como le hubiese gustado. Encontrándola a simple vista vacía y sumamente silenciosa. Hasta que creyó escuchar unos leves susurros provenientes de una de las habitaciones más alejadas.

Utopía [ Amolad ] [ A Matter Of Life And Death ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora