Capítulo 29 - Expectativas

114 14 104
                                    


Era medio día y en París hacía un clima fabuloso. Pero tan glorioso momento no pareció importar a cierto dios, quien sentado en la terraza extrañamente desierta de un local llamado Café Ardent, parecía languidecer con cada minuto que pasaba.

Pudiendo permanecer así hasta el final de los tiempos de no ser por uno de sus pequeños acompañantes se posó sobre el trozo de papel que había colocado previamente sobre la mesa del café, en donde había dibujada una interrogación.

Muerte se giró entonces hacia aquel alma, y mostrándose un tanto avergonzado exclamó:

-Si, lo siento. Debería estar aquí ya. Pero no os preocupéis. Vendrá pronto.

La otra polilla de blancas alas sin marcar voló hasta colocarse sobre una mano dibujada con su pulgar arriba. Después se posó sobre un corazón. Y por último revoloteó hasta su nariz. Gesto que ruborizó un poco a Muerte, al entenderlo como algo parecido a un beso.

-Agradezco mucho tu comprensión. -añadió entonces cuando la polilla abandonó su rostro para dirigirse hasta su mano extendida. -y me disculpo también por mi rudimentario método de comunicación, se que es muy limitado pero aún estoy trabajando en ello.

Como respuesta a esto, la otra polilla se movió sobre el papel, y terminó posándose sobre el dibujito de una caca con ojos. Aquello hizo reír al dios.

-Si, esto apesta lo se. Será mejor en el futuro, lo prometo.

-Hola ¿Listo para ir a comer? -cuestionó entonces Locura en extremo jovial, tomando presencia física ante ellos en aquel mismo instante. Sin embargo su mueca afable poco tardó en torcerse en una de hastío al reparar en que el otro hombre no estaba sólo.

-Oye Vanidad, no te lo tomes a mal, pero esto empieza a parecer un mal chiste... ¿Cuántas veces te he dicho que no me traigas más trabajo a los descansos?

-No tendría que hacerlo si te aplicases más -replicó el aludido sin perder el temple y sin moverse de la silla del café. -Estaban solas y perdidas dando vueltas por ahí.

Rascándose su alborotado cabello albino Locura bufó un poco:

-¡Esta bien! ¡Pero por favor que ésta sea la última vez!

Y dicho esto, extendió hacia ellos sus manos de negros dedos puntiagudos. Sin embargo las polillas no se movieron de donde estaban, y de alguna manera es como si ambas se hubieran quedado mirando al otro dios.

-Podéis ir con él. Os dará lo que necesitáis para poder seguir adelante. -Les explicó entonces Muerte en tono cariñoso. Y sólo tras esto, las almas alzaron el vuelo hacia Locura, quien hizo lo propio.

-¡Ya esta! ¡Despachadas! -exclamó éste sacudiéndose las manos una vez las polillas alzaron el vuelo hacia un inmenso cielo azul despejado. Después añadió a la par que colocaba ambas manos sobre su cadera:

-La verdad, si no fuera porque no me importa lo más mínimo estaría celoso: Todas parecen preferirte siempre a ti.

-Ahora entiendo porque me prohibiste acompañarte al trabajo. Estabas celoso. -exclamó entonces Muerte, con una sonrisa ligera en el rostro, como si bromeara, pese a que sus mejillas se hubieran prendido un poco y se viese genuinamente alagado.

-No. Claro que no. Más quisieran. -aclaró de inmediato Locura cruzándose de brazos un tanto molesto. Ajeno a como al otro dios se le amargaba la mueca, antes de contestarle:

-Lo sé. Pero déjame decirte que si alguna vez llegases a estarlo seria algo maravilloso.

Tras esta declaración se produjo un silencio largo bastante incómodo. 

Utopía [ Amolad ] [ A Matter Of Life And Death ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora