Primer Contacto

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De nada servía preocuparme así que después de hablar con las chicas me volví a quedar dormido. Desperté a las pocas horas, de forma contraria a antes ahora ya no me duele nada pero aun sigo con el cuerpo entumido. Aprovechando que nadie me veía me levante con cuidado de no caerme y me dirigí hacia la salida del lugar. Era justo la vista qué esperarías de una película medieval donde están a punto de tener una guerra y te mostrarán el campamento de soldados, con carpas improvisadas y fogatas por doquier hasta la última persona trata de hacer su parte del trabajo ya sea cocinando, atendiendo a los heridos o consiguiendo leña; las expresiones en su rostro muestran claramente todo lo que sienten pero sin embargo no vacilan al momento de trabajar, toda esta gente se mantiene firme a pesar de haber perdido su ciudad... Tienen mi respeto

Mientras camino por el campamento veo los tipos de trabajo para decidir donde puedo ayudar, pronto cerca de mi un niño que llevaba varios troncos de leña se tropezó lastimandose un poco, después de que lo ayude a levantarse lo convencí de que fuera a que revisaran sus heridas, cuando se fue tome la madera y la lleve a donde me había dicho. Me encontré con varias caras conocidas qué me saludaron mientras caminaba, bueno más bien se alarmaron cuando me vieron trabajando así sin más, cuando llegue me encontré precisamente a mi compañera pelirroja picando algunos vegetales

─oye ¿donde pongo esto?

Hablarle de la nada fue mala idea pues se sorprendió causando qué el cuchillo se le resbalara y termino por cortarse un dedo, soltando un chillido de dolor alejo la mano de la comida, yo en cambio deje la leña a un lado y me acerque a ver a Tania, la herida en si no era profunda pero se muy bien qué esas pequeñas cortadas duelen mucho, esta seguía sangrando poco a poco y no tenia nada a la mano para detenerlo  lo único que se me ocurrió fue algo muy vergonzoso pero ya que. Puse el dedo dentro de mi boca para chuparlo y detener el sangrado, normalmente quisiera que la situación fuera al revés pero no hay opción, ella se avergonzo un poco pero en lugar de retirar el dedo sentí que aflojo el brazo para que yo hiciera lo mio, enserio ¿por que desde hace rato la veo tan linda? Siento que podría besarla en cualquier momento. Ya no sentía el sabor de la sangre así que solté su dedo y decidí usar un pedazo de las vendas qué tenia en mis brazos para la pequeña herida, tal vez debería tratar de inventar las benditas adhesivas

─¿qué haces aquí? Deberías estar descansando

─como podría hacerlo sabiendo como esta la situación en este lugar, no te enojes linda

Mierda! Eso último lo dije inconscientemente pero creo... Qué eran mis verdaderos sentimientos. Cuando termine de vendar sus dedo me despedí de ella mientras ambos teníamos la cara como un tomate por la vergüenza.

Durante un buen rato estuve ayudando en distintas tareas hasta que mi cabeza me empezó a doler así que me obligaron a descansar, no volví a la carpa de heridos sino que me quede afuera observando a lo lejos los restos de lo que una vez fue la ciudad de Argaia.

Recuerdo que en mi anterior mundo ya varias veces habían ocurrido eventos similares a este, donde parte de una ciudad eran demolidos no por monstruos sino por la propia madre naturaleza. Si esto es más o menos igual entonces bajo esos montones de escombros están los cuerpos de la desafortunadas víctimas

─hola hola ¿me escuchas?

En mi mente resonó una voz, la sensación era similar a cuando Theron me hablo el día en que llegue precisamente a esta ciudad pero esta vez no era la voz de Theron sino una diferente la qué se escuchaba en mi cerebro

─¿quien eres?

─¿yo? Yo soy aquel que reina en la oscuridad y que go-

─te cortare el discurso aquí mismo, perdón pero me duele la cabeza como para soportar tu monólogo señor de las bestias

La Caída del Señor de Las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora