5. SZYMANSKI

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Domingo. 11:45 pm

-¡Cuauhtémoc, Aristóteles!

Diego llamaba  con desesperación a la puerta donde Aris y Temo dormían. Trataba de elevar la voz pero al mismo tiempo susurraba. Como si no quisiera ser escuchado por nadie más que la pareja.

-¡Despierten! !Ay maldita sea!

-¡Ari, Ari! ¡Diego está tocando la puerta!

-...

-¡Aristóteles, despierta! ¿¡Dónde está mi boxer!?

-¿Qué pasa? ¿y ahora qué quiere?

-No sé, pero parece asustado. ¡Rápido vístete!

-¡Ya voy!

-¡Cuauhtémoc! ¡Aristóteles! ¡Alguien está en la puerta principal! ¡Parece que quiere entrar!

Al escuchar lo que Diego decía, ambos chicos se levantaron de la cama a toda prisa intentando vestirse en la oscuridad. Tuvieron miedo de que se tratara de algún ladrón. Estaban en una ciudad nueva y mucho más grande; sabían que debían cuidarse entre todos pues ya no estaban en un lugar tan tranquilo como lo era Oaxaca.

-Hay un coche estacionado afuera y parece que quieren entrar. ¡Creo que están forzando la cerradura!

-¡Tahi, o mis fans ya saben dónde vivo o nos quieren secuestrar!

-Ay cálmate Aristóteles que solo te conocían en tu rancho. Aquí no eres famoso.

-¿Qué a caso no nos viste cantar a Temo y a mí en televisión nacional? ¡Ganamos un concurso! ¡Así que cállate!

-¡Ya basta los dos! No es el mejor momento para ponerse a discutir.
Diego ve por algo con lo que puedas noquear a alguien. Ari ten listo el teléfono de la policía. Yo trataré de acercarme para ver quién es.

Ambos chicos obedecieron a Temo, quien se acercaba con sigilo, al lado de Ari, hacia la pequeña ventana al lado de la puerta.
Temo vio un automóvil color negro con las luces encendidas. El auto era algo lujoso, de manera que Temo pensó que si perteneciera a un ladrón llamaría mucho la atención, así que dudó que en realidad se tratase de algún malandrín.
Al asomarse mejor por la ventana divisó a un hombre de alrededor de 60 años, vestido de negro y con la expresión facial bastante seca.

-¡Estoy listo Temo! Esto noqueará a cualquiera.

-¡Yo también Tah...! ¿¡Diego qué carajo haces con mi teclado!?

-¡Buenas noches! Busco al joven Diego Ortega. ¿Se encuentra aquí? Vengo de parte del señor Szymanski.

Los tres jóvenes se miraron confundidos entre sí. Con un poco de inseguridad, la pareja de novios pasó al frente a Diego, para que abriera la puerta.

-¿Me busca a mí? -Preguntó Diego susurrando.

-Eso dijo. Abre, nosotros estaremos detrás de ti para protegerte si pasa algo.

-Ok...

-Bu... Buenas noches, yo soy Diego Ortega. ¿En qué puedo ayudarle?

-Joven Ortega, buenas noches. Soy Fidencio Tenorio, el señor Szymanski me pidió que trajera las cosas de su hijo para que pudiera instalarse. Me comentó que usted ya estaría aquí, tuve un retraso y no pude llegar antes. Lamento si lo asusté, pero al parecer me dieron una llave equivocada, por eso no podía abrir...

El hombre detuvo un momento su discurso al percatarse de los dos jóvenes que tenía Diego detrás, los cuales lo miraban atónitos.

-... Por lo visto el joven Szymanski convivirá con más personas. Espero que sepa acoplarse.
Si me permiten pasaré a dejar sus pertenencias en la habitación destinada para él. ¿Podrían indicarme cuál es?

-Claro, permítame un momento por favor.

Diego entrecerró la puerta un momento dejando al hombre parado con un gesto de mal humor. Caminó con los chicos unos pasos y les dijo susurrando:

-¡Temo! ¡No puede ser! ¡No me había dado cuenta de que solo hay dos habitaciones! Si ustedes ya están ocupando una, quiere decir que...

-Que vas a compartir habitación con él. Creo que era obvio, Diego.

-No lo había pensado. ¡Ni si quiera lo conozco!

-Nadie lo conoce. Pero qué le vamos a hacer, su papá también está pagando parte de la renta.

-¡Ya Diego! No exageres. Así puedes enfocarte en alguien más a quién molestar y nos dejas en paz a Temo y a mí.

Diego solo hizo una mueca de desagrado a Aristóteles y, al ver que no tenía alternativa, reabrió la puerta invitando a pasar al hombre que esperaba afuera.

-Pase, es por aquí.

-Gracias joven, con permiso.

Aquel hombre bajó varias maletas del auto y trató de acomodarlas en la parte de la habitación que quedaba disponible.
Los chicos solo miraban aquel desfile con un rostro de extrañeza. Parecía que aquel joven tenía más ropa y zapatos que los tres juntos.
Al terminar, Fidencio agradeció a los tres y se retiró del lugar.

-¿¡Qué onda con este chavo!? ¡Miren cuántas maletas y cuántos pares de zapatos! ¿Creen que se dé cuenta si le falta un par?

-Yo creo que sí, Ari, mejor no toquemos nada y vayamos a dormir. Mañana es nuestro primer día en la uni y debemos estar bien despiertos.

-Oye Temo pero, ¿no se te hace extraño que solo hayan mandado sus cosas? ¿Eso quiere decir que aún no ha llegado de su viaje o qué?

-La verdad no sé, Diego. Sí es bastante extraño, pero debemos aguardar hasta mañana para saber quién es este chavo y qué tal nos vamos a llevar con él. Descansa.

Los novios salieron de la habitación de Diego y regresaron a la suya. Acostados en la cama, conversaron sobre varias cosas: acerca del chico que viviría con ellos, las maletas llenas de ropa, los maestros que les impartirían clase, sus nuevos compañeros... hasta que poco a poco el sueño fue venciéndolos a ambos.
Temo se giró sobre su brazo derecho y Ari aprovechó para abrazarlo por la espalda.
La calidez del pecho y los brazos de uno y el aroma del cabello del otro, hicieron que ambos durmieran con una sonrisa en la boca.

¿Qué les deparaba a los tres su primer día de clases?

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