Notas: Es un mini-fic de seis capítulos. Trataré de publicar capítulo a diario. Los capítulos son muy, muy pero muy cortos.
UCAM: Unidad de Control Animal Municipal.
Espero les guste ^^
La misma escena se había repetido bastantes veces. Desde primaria, y Lorenzo ya iba a la preparatoria. Tal vez bastantes veces era el adverbio erróneo. Francisco cruzó los brazos y Diego también. Lorenzo se sintió observado a través de un microscopio.
—¿Qué fue está vez?— Lorenzo iba a responder, Francisco continuó— No, no quiero oír más excusas tuyas.
—¡No son excusas! Ustedes nunca me creen.
—No alzes la voz, Lorenzo— Diego dijo.
—Es la verdad. Esos tipejos siempre me buscan para pelear y a ellos no les pasa nada.
—No es la primera vez, Lorenzo. Esta escuela no va a expulsarte por el promedio excelente que llevás pero prometiste comportarte— la mirada decepcionada de Francisco lo atravesó y se sintió culpable, aunque no lo era.
Por lo general, Francisco se encargaba del regalo y Diego le seguía la corriente. Era bueno que Francisco fuese justo.
—Ya. ¿Cuál será mi castigo? ¿Mi celular? Porque me lo quitaron hace dos semanas. ¿La PC? Oh, no, también me la quitaron. ¿Limpiar la cocina, lavar los platos, limpiar el baño? No lo creo, porque todo eso ya lo hago.
—Nada de eso hubiese pasado si vos no pelearas, Lorenzo— Francisco le recriminó.
—¿Cuál es mi castigo?— Lorenzo preguntó de nuevo. Tenía que limpiar el baño y si no se apuraba, dormiría tarde otra vez. Tenía que terminar de resolver los problemas de geometría y hacer el resumen de los temas de la práctica del siguiente día.
—Serás voluntario en el UCAM. Todos los días.
Lorenzo pasó la lengua por los dientes con la boca cerrada. Lo que había dicho su papá fue en serio.
—¿Entienden el concepto de voluntario? Porque no creo que lo hagan.
Diego no respondió. En realidad, no sabía muy bien que estaba haciendo allí. Francisco le dijo que había tenido que ir a la dirección de nuevo, y que debían de hablar con Lorenzo. A su hijo lo habían expulsado de otras instituciones por ser un alumno problema. Francisco ya no sabía qué hacer con esa actitud de Lorenzo, pero Diego no se había acercado a su hijo hacía ya tanto tiempo.
—Ese no es el punto, Lorenzo. Vos irás al UCAM de lunes a viernes.
Lorenzo ya no quiso discutir ni tampoco habló. Lo que dijera no serviría en su defensa, cuando Francisco decidía algo, no había marcha atrás.
—Podés irte.
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Diego subió la pierna y, en respuesta, Francisco movió su cuerpo, quedando frente a Diego.
—Buenos días— Diego le acarició la mejilla. Francisco sonrió con la boca cerrada; le encantaba ver el cabello revuelto de Diego recién levantado.
—Buenos días.
—¿Primero tu o juntos?
Francisco ocultó su rostro en el cuello de Diego. Desde que hablaron con Lorenzo el día anterior, Francisco se quedó con sabor amargo. Lorenzo no era problemático. Siempre tenía buenas calificaciones, regresaba a casa a la hora indicada, hacía lo que Diego o Francisco le decían. Francisco no entendía en dónde residía el problema en cuanto a la escuela se trataba.
—Mmm, ¿qué te está atormentando, Fran?— Diego lo acercó, encarcelando a Francisco con sus brazos.
—Creo que estamos siendo muy duros con Lorenzo. Siento que no lo estamos escuchando.
Diego suspiró. Él había dado vueltas a ese asunto, sin encontrar un plan de apoyo. No quería, bajo ninguna circunstancia, que Lorenzo comenzara a alejarse por los castigos, pero no habían encontrado otras alternativas, sumando a las que ya habían intentado.
—Tal vez, un poco. Pero si las peleas no disminuyen después de que vaya a UCAM, dejaremos que se defienda, ¿suena bien?
Francisco asintió. Sus pensamientos eran inestables. Pensaba que le estaba dando la espalda a su hijo, no compartían genética, pero Francisco amaba a Lorenzo como un padre lo hacía por su hijo. Lo había visto crecer antes de que Lorenzo dijera sus primeras palabras o le crecieran los dientes.
—Últimamente, sólo le hemos dado castigos sin escucharlo. Aunque sea, podríamos regresarle el celular y que pueda volver a utilizar la PC— Francisco enunció.
—Suena bien. Hay que decírselo antes de que se vaya.
El haber llegado a una conclusión le dió paz. Lo dejó tranquilo y satisfecho.
—Entonces, ¿Juntos?— Diego alzó la ceja, subiendo sobre Francisco.
—Ya sabés que sí.
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Notas finales: Me encanta escribir de Francisco y Diego siendo familia.
Gracias por leer ^^