Epílogo

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CHRISTOPHER

El frío cala uno de mis huesos mientras camino al hotel donde me hospedo esta noche. La fría noche no hace más que empeorar y creo que en cualquier momento empezará a llover.

Mi celular empieza a vibrar en el bolsillo de mis jeans y lo saco para ver quién es.

Sonrió ante el nombre de Diana en la pantalla.

Mi esposa habla sobre lo traviesa que está Alex, me pide que llegue lo más antes posible y lleve algo de comer por que no quiere pedir servicio a la habitación. Y luego cuelga.

Manhattan parece en estos momentos una congeladora. Pienso seriamente en pasar por un café. Pero nosé donde puedo encontrar uno.

Así que desisto mi busqueda por que mi chaqueta no me cubre nada del frío.

Camino por las calles llenas de gente y me detengo cuando una cabellera rubia está delante mío. Lo alta que es y las diminutas caderas que tiene me hace reconocerla al instante.

"Ya deja de molestar, mi vuelo sale mañana, sabes que no me gusta el frío. Astrid dile a mi hermana que deje de gritar, Franco no piensa moverse del departamento " y suelta una risita tierna.

De esas risitas que me daba cuando le hacia cosquillas o le besaba el cuello.
Y la culpa cae como balde de agua fría.

Nunca me ha perdonado y todavía me recuerdo siempre de ella. Fue una mujer que me sacó de lo malo.

Me hizo pensar con el cerebro y no con otra cosa.

Hace cinco años fue la última vez que la ví.
La última vez que derramé lágrimas por alguien y la última vez que me sentí culpable.

Esta mujer rubia que empiezo a seguir por las calles como un acosador fue la única que me dió un escarmiento.
Aunque no digo que dejé de meterme entre las piernas de una mujer.

Dejé de ilusionarlas. Simplemente fueron un hueco para follar. Pero ya no cometí el error de quedarme y hacerles pensar que tendrían algo conmigo.

No escucho mucho de lo que habla por teléfono y no me importa mucho que digamos. Pero varios recuerdos llegan a mi.

Cada noche en la cual la usaba y tiraba, las tardes o mañanas en las cuales la lastimé físicamente y las pocas veces que la hice reir. Pero también llegan esos recuerdos que me hacen dar cuenta la mierda que fui con ella. Las veces que la hice llorar, las veces donde me iba o esas veces en las cuales ella me pedía que me quedara y no lo hice.

Y la peor de todas. Cuando me vió en aquel local de comida rápida.

Siempre había sido muy cuidadoso de no llevar a Diana y mi hija a lugares donde sabía, encontraría alguno de mis Vacilés.

Pero esa tarde, esa maldita tarde luego de haberla besado en el Hakkasan , fue donde vi el error que había cometido a su lado.

Ella me había perdonado cada Asquerosidad que había hecho en su vida. Pero eso no pasó más.

La llamé y nunca contestó. La busqué hasta que la encontré.

Le hice perder un bebé, y también le hice derramar lágrimas hasta quedarse seca.

Pero al final no me perdonó, y la entendía.

La había lastimado lo suficiente y decidí dejarla en paz luego de haberme arrodillado por suplicar su perdón.

Pero el perdón nunca llegó. Y creo que esta es mi última oportunidad para pedir perdón y esperar que me acepte de nuevo en su vida como un amigo. Aunque dudo mucho que eso pase.

No hables,Callar es mejor //#2 Saga No HablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora