La última cena

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Ya casi estaba anocheciendo cuando el ruido del teléfono me sacó de la ensoñación en la que estaba. Intenté mantenerme en ella, de verdad que lo hice. Hundiendo mi cara entre los suaves rizos y acercándome un poco más al reconfortante calor que emanaba su cuerpo, pero fue imposible. El sonido incesante del timbre hizo que Miriam se revolviera y saltara como un resorte de la cama a pesar de mis esfuerzos por retenerla en ella.
Salió de la habitación y descolgó el aparato. Con una voz profunda y ronca, aún somnolienta hablaba con quién suponía que era Julia por el tipo de conversación que se estaba manteniendo. ¡Ostia Julia! Había olvidado por completo que habíamos quedado a cenar y que era yo la encargada de preparar la cena.
Salté como un resorte y me dirigí a la ducha.  Repasaba mentalmente cada uno de los ingredientes que se supone debería tener listos mientras comprobaba la temperatura del agua con la mano.  Entonces sentí su presencia.
-Ni se te ocurra- Dije desafiante.
-Pero yo también tengo que ducharme- Protestó entre airada y juguetona.
-Ni un paso más, Leona. Te lo advierto- Sabía que meterme a la ducha con ella era una situación avocada al desastre. Sobre todo cuando uno tiene dos invitados a punto de aparecer a los que agasajar con una cena inexistente.
-Si es por la cena, no te preocupes. He pedido a domicilio. Además, eres tan buena que si escondemos bien las cajas nadie se va a dar cuenta de que está comprado. Doy fe.
-Señorita Rodríguez- puse un rictus serio-¿Me está diciendo usted que pretende que engañe a nuestras amigas haciendo pasar como casera comida de restaurante?
-Puede, -respondió seductora mientras me empujaba hacia la ducha- así tenemos más tiempo.
-Qué vergüenza, de verdad. No te tenía por una mentirosa.
-No me gusta mentir, pero si es por una buena causa, puedo hacerlo pero que muy bien.
Ya estábamos de nuevo. No sabía que me pasaba con esta chica pero cualquier situación era demasiado... cómo decirlo, ¿Erótica?, no, esa no era la palabra. Sensual, eso es. Miriam era capaz convertir cualquier ocasión en una ocasión para... Bueno ya sabemos y eso me volvía loca. Sin embargo tenía el firme propósito de comportarme como una chica decente y hacer lo que me había comprometido, preparar la cena.
-Leona, que te pierdes. Voy a ducharme y voy a hacer la cena, o a preparar la mesa o lo que sea y si piensas ponérmelo más difícil de lo que es te juro que te dejo sin postre.
- Por postre te refieres a..-preguntó cautelosa.
-Si.
-Entonces... ¿Es ahora o después? Lo digo porque lo mismo me merece la pena arriesgarme.
-Lo mismo es después o nunca. No me pongas a prueba, te lo advierto-la señalé con El dedo- porque puedo ser muy terca cuando me enfado.
-Bueno mujer, no te pongas así. Te prometo que solo nos duchamos y luego te ayudo con lo que quieras preparar.
Si la media vuelta y metí la cabeza bajo el chorro de agua, cerrando fuertemente los ojos. Dejando que el agua cayera sobre mi. Parecía que por fin, la leona se había calmado y aunque su presencia siempre alborotaba mis sentidos, ahora parecía menos enérgica y más pausada.
Era curioso. Miriam era capaz de proyectar mucha energía. Tanta que a veces eras capaz de intuir su estado de ánimo sin que dijera una sola palabra.
Estaba por supuesto esa energía poderosa que gritaba "no juegues con mi gente o te las verás conmigo". Imponente y un tanto aterradora que sacaba cuando iba a proteger a alguien, como el día de la fiesta. Luego esa energía sexual cuando trataba de seducirte. Era como una especie de aura animal que te llevaba hacia ella irremediablemente. Este lo conocía muy bien. Sin ir más lejos yo había caído en él, hace bastante tiempo, pero era consciente de que los demás también lo sentían. Decir que la leona era una chica atractiva era quedarse corto. Fascinante, quizás magnética eran mucho mejores adjetivos. Pero sin duda la energía que mas me gustaba era la que estaba envolviéndome ahora. Cálida y segura, con sus manos enjabonando mi pelo. Haciéndome sentir cuidada y querida, respetada y completa. Y me gustaba porque esta era mi Miriam. Muy pocos la veían así, era algo solo nuestro.
-¿Salimos?- Susurró.
-Claro- Dije mientras me lamentaba internamente por dejar de sentir su calor tras mi espalda- Dame un minuto.
-Vale, voy vistiéndome. Te espero fuera.
-Si, cielo.
-Mira que eres cursi, Ana. Si sigues llamándome así te juro que te dejo-comentó con una sonrisa burlona.
-No te atreverías.
-La verdad es que no. Venga date prisa.
Y salió camino del cuarto. Dios, estoy totalmente enamorada de esta mujer.

Hola gente. Lo primero una explicación, hay una razón por la cual no he podido actualizar desde hace mucho tiempo y ya lo siento porque escribir para mí es un desahogo. Resulta que un problema de salud ha hecho que me hayan operado varias veces en los últimos meses y entre los hospitales, los médicos y los dolores no me veía haciéndolo. Algo gracioso porque nunca he tenido tanto tiempo pero simplemente las palabras no salían porque mi mente estaba concentrada en otras cosas. Ahora que voy viendo el final del túnel he vuelto. Con algo corto, sin exigencias para probarme y ver si soy capaz de escribir de nuevo. Si seguís ahí que sepáis que os agradezco muchísimo que hayáis leído la historia y cada comentario y like que dejáis. Cuando me fui esto era muy pequeño y ahora tiene un número increíble de visitas. Intentaré que a partir de ahora la actualización sea muchísimo más frecuente.
Gracias a todas y todos
 

Tu compañera de piso (wariam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora