3. Quédate

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La fuente de inspiración: No sin ti - Borja Navarro (https://www.youtube.com/watch?v=JLQ9orNTWnk)

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Banda sonora: Quédate - Funambulista & Maldita Nerea (https://www.youtube.com/watch?v=7mRQUuTHbhE)

(¡Os recomiendo muy muchísimo que la escuchéis antes de leer!)

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Era imposible, tenía que estar imaginándolo. La debilidad se apoderó de sus piernas y pensó que no iba a ser capaz de sostenerse. No podía ser, no alcanzaba a comprender cómo estaba sucediendo, pero Paulina de la Mora corría azorada hacia ella, más hermosa que nunca, gritando su nombre.

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Quédate.

Hagamos todo como la primera vez.

Descúbreme las líneas de las manos, ven.

Y bésame los labios sin saber por qué te sale bien.

Quédate.

Será segunda parte que ha salido bien.

Vendrán veranos largos y otro amanecer eterno de contar estrellas.

- ¿Paulina? Pero,...

No podía procesar, no podía. Estaba completamente bloqueada. Estaba allí, acercándose a ella. Había dejado su todoterreno aparcado de cualquier manera en la entrada al aeropuerto, y venía hacia ella todo lo rápido que sus tacones le permitían caminar. Nerviosa, emocionada, alterada, acelerada. Preciosa. Guapísima. Perfecta. Y, sobre todo, real.

- ¿Y si intentas disciplinar a Bruno en vez de en Madrid aquí?

Habría matado por escucharle decir eso en cualquier momento durante los últimos días. Se lo había suplicado, en silencio, en cada mirada, en cada sonrisa. "Pídemelo, Pau, pídemelo. Pídemelo y yo me quedo aquí contigo". Lo había deseado con todas sus fuerzas. Había estado buscando cualquier excusa, por mala y cutre que fuera, que la retuviese a su lado, aunque sólo fuera por unas horas más. Pero la excusa no llegó, las palabras no salieron de su boca, y por más que lo había intentado, no había encontrado una razón para quedarse. Se habían distanciado, el dolor parecía haber resurgido entre ellas, y todo lo que habían salvado en los últimos 3 meses de la masacre a la que se sometieron 5 años antes parecía diluirse en los minutos que las acercaban a la separación. Las dos estaban tristes, perdidas en sus propios mundos, y el vínculo renovado entre ellas amenazaba con romperse. Que Bruno fuese a abandonar el país no había ayudado, ella lo sabía. Que su papá siguiese en la cárcel, tampoco. Y que su trabajo hubiese precipitado su partida a Madrid había sido el culmen para reconstruir el muro entre ellas que se había roto con la reciente cercanía.

María José había asumido la derrota. Se había comido el dolor y la ilusión, y lo que fuera que aún sentía por esa mujer que una vez, en otra vida, la había hecho tan feliz. Como malamente había podido, había aceptado que no había sido lo mismo para ella. Que ella ya no sentía nada, que lo había enterrado todo cuando él desapareció. Que ahora tocaba ser amigas, por poco que eso le gustase, y que ya no iban a volver atrás. Porque ella no le había pedido que se quedase, y aunque la había visto apenada, no era por querer retenerla a su lado, sino por su hijo, que se iba muy lejos. Habían disfrutado de ser confidentes, aún podían complementarse y se les daba bien, pero no había nada más, porque ella ni siquiera sugirió que pudiese quedarse de nuevo en México, ni que la necesitase cerca, ni que la vida fuese mejor si volvían a estar en el mismo bando. No dijo nada, sólo calló y se resignó. Sin importar lo mucho que María José lo había deseado.

Querer (No sin ti)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora