Capítulo 1: Misery

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"Looking for misery, but she found me lying naked on the floor. Stay away, sweet misery" (Yo buscaba a la miseria pero ella me encontró a mi, desnudo en el piso. Aléjate dulce miseria).

1 año más tarde

Dicen que el tiempo lo sana todo. Que nada es permanente, ni siquiera el dolor. Pero Juliana era la prueba viviente de que eso no era cierto. 365 habían pasado desde que había perdido al amor de su vida, la mujer de sus sueños. La única persona con la que había imaginado un futuro, una familia. Sabía que era exagerado creer que no podía continuar viviendo sin Valentina, que la pérdida de un ser querido era algo con lo que todo el mundo tenía que lidiar en algún momento. Pero Juliana estaba convencida de que jamás podría amar a alguien como la había amado a ella, que nadie jamás la amaría como Valentina lo había hecho.

Luego del accidente y de lo que había intentado hacer esa misma noche, estuvo 3 meses internada. Sus padres temían que volviera a intentar quitarse la vida. Y no estaban equivocados, Juliana pensaba en eso todos los días. Sin embargo, ya no tenía la energía ni siquiera para hacer eso. Cuando le dieron el alta, volvió a su trabajo y a su rutina de todos los días. Se había dado cuenta de que manteniendo su mente ocupada podría sobrevivir a todo lo sucedido. No volvería a vivir, eso era seguro, pero parecía que sobrevivir era suficiente para ella y quienes la rodeaban. Se había mudado a un apartamento un poco más lejano al centro de la ciudad, de esa forma podía ocupar su tiempo en caminar hasta el trabajo, algo que la despejaba bastante. Solía ser la primera en llegar a la oficina y una de las últimas en irse todos los días, y trabajaba incansablemente para que su cabeza no tuviera ni un solo segundo de jugar con ella. Los lunes, miércoles y viernes iba al gimnasio al salir del trabajo, y luego cenaba con sus padres para volver lo suficientemente cansada a su casa como para sumirse en un profundo sueño. Aún tenía pesadillas sobre ocurrido, pero cada vez eran menos vívidas y podía soportarlas. Eso era lo único que el tiempo había conseguido mermar. Los martes y jueves asistía a terapia luego de la oficina. Había visitado a muchos profesionales luego de su internación y le había costado trabajo encontrar a alguien con quien se sintiera cómoda. Hacía unos meses había conocido a Camilo Guerra, un psicólogo reconocido por sus particulares terapias alternativas. No había intentado nada extraño con ella y aún no estaba convencida de si la estaba ayudando o era como los demás, pero le gustaba como el doctor analizaba sus sueños, así que había decidido continuar con él un tiempo más.

Pero hoy era sábado, uno de los días a los que ella denominaba peligrosos, el tiempo libre no era su mejor aliado. Y este sábado en particular lo era más que cualquier otro, porque era el aniversario del fallecimiento de Valentina. Su madre había llegado de sorpresa a su casa para almorzar juntas, pero Juliana no esperaba menos de ella. Sabía que no querían dejarla sola en ese día. Pero, eventualmente, Lupe tuvo que irse y Juliana quedó a la merced de sus pensamientos y su ahora gran compañero, el alcohol. Comenzó a tomar en cuanto su madre cerró la puerta tras ella, intentando una vez más silenciar las voces en su cabeza.

Bebió hasta prácticamente perder la conciencia. Se sentía miserable y quería permitir que el dolor la invadiera, porque esa era la única manera de sentir algo ahora. Hacía mucho que no se permitía llorar como lo estaba haciendo, dejando que la angustia se aferrara a cada fibra de su cuerpo. Había evitado sentir durante tanto tiempo, había adormecido el sufrimiento pero estaba ahí, presente en cada latido y ahora simplemente había decidido salir a la superficie. Un año, había pasado, un maldito año pero se sentía todo con la misma intensidad que en ese momento. Volvió a sentir el toque de su mano, sus dedos entrelazados, la risa de Valentina mientras tiraba de ella para cruzar la calle. El ruido de la gente hablando en la puerta del bar, las penetrantes luces blancas de la calle, el ruido de los automóviles y esos maravillosos ojos que la miraban como nunca nadie había podido hacerlo. Todo se repetía en su cabeza una y otra y otra vez, era como si hubiera quedado atrapada en ese instante en el tiempo y no había manera alguna de escapar. Valentina era la que había perdido la vida ese día, pero era la de Juliana la que ahora carecía de cualquier tipo de sentido.

Se quedó dormida en el suelo de la sala con una botella en la mano, los ojos y la piel enrojecidos de tanto llorar y su mente completamente rendida ante los recuerdos. Y soñó con ella, pero no era una pesadilla como las que solía tener. No podía recordar el sueño, pero se despertó con un extraño sentimiento de confort. Por primera vez en mucho tiempo no se sintió vacía o perdida. Sentía que podía respirar otra vez. Haber dejado salir todo ese dolor acumulado había sido una buena decisión, aún sin saberlo.


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¡Hola a todos!

Perdón por la demora en actualizar, la historia la tengo bastante avanzada pero no he tenido tiempo de subir capítulos. Como les dije antes, los primeros serán un poco cortos pero una vez que se establezca el universo de los personajes se irán extendiendo, tranquilos. Este en particular está inspirado en la canción Misery de The Maine, del album Pioneer. Se las recomiendo, y si pueden ver el video mucho mejor.

En unos minutos también van a estar actualizado The One Night Stand, mi primer fanfic de Juliantina, así que no se olviden de seguirme así reciben la notificación cuando suba el nuevo capítulo.

¡Gracias por leer!

ForevermoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora