Entrometido

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El sábado por la mañana me levanto muy cansada, aún tengo ganas de dormir, pero mi prima insiste en que debemos levantarnos temprano para ver el desfile de modas que se estará transmitiendo en la tele.

Aún tengo mucho sueño, pero me divierte ver a Jud tan emocionada. Mis tíos ya se han ido a un evento de recaudación. Ambas desayunamos cereal y un poco de tarta de frutas que ha preparado mi tía. A las 12 Jud me dice que es hora de arreglarnos, no me siento muy segura ya que Cristian no se ha comunicado conmigo desde nuestra discusión.

Justo cuando mi prima se mete a la ducha, mi celular suena. Lo tomo y veo un mensaje de Cristian.

"Lo siento... "

"Estas perdonado 😊, pero tú pagarás la pista de hielo"

"Hecho 😉"

Me rio y comienzo a buscar la ropa que usaré hoy, en ese momento mi prima sale del baño.

— ¡¿Qué estás haciendo?!— me grita y hace que pegue un brinco del susto

— ¿Qué diablos pasa contigo? — pregunto llevándome la mano al pecho.

— ¡Ni se te ocurra usar eso Kris!, ¡eso lo usaste ayer!

—No le veo el problema— digo mirando mis jeans y mis vans negros.

—De nada sirvió que te levantaras conmigo a ver el desfile ¿cierto? — entrecierra los ojos—. Quítate, yo te buscaré la ropa.

—Ni lo sueñes

—Kris, es una orden. Ve a ducharte que esto lo arreglo yo.

No tiene caso debatir, sí sé que al final terminaré cediendo. Tomo mi toalla y me meto en la ducha. Mientras estoy ahí, pienso horrorizada en lo que puede hacer mi prima, trato de no pensar mucho, pero sé que será algo que terminará aterrándome.

En cuanto salgo, asomo mi cabeza por la puerta y busco a mi prima, pero no está cerca así que salgo sigilosamente y me dirijo hacia el armario.

— ¡Kristel! — de nuevo pego un brinco y giro de inmediato

Mi prima está sentada en la cama, con un short de mezclilla, una blusa blanca con escote ajustada y botas negras.

— ¡Vamos Jud! Solo vamos a la pista de hielo, con eso no estaré cómoda.

Mi prima se dirige hacia la venta y abre la cortina.

—El clima es perfecto para esta ropa— dice mirándome fijamente.

Después de discutir por diez minutos logro cambiar las botas por unas converse blancas.

—No accederé a arruinarlo más— dice saliendo dramáticamente de la habitación.

Me visto a regañadientes y justo cuando estoy por atar mi cabello, Jud entra en la habitación.

— ¡Para! ¡Para! ¡Para! — extiende los brazos y se acerca a mí son su cepillo.

— ¿Esto es en serio? —le pregunto irritada

—Nunca te arreglas para ir a la escuela, la ropa que compramos la última vez que fuimos al centro comercial está ahí colgada aún con las etiquetas puestas— dice señalando el armario—. Al menos los fines de semana te pondrás guapa.

Mi prima cepilla mi cabello, mientras lo hace la miro a través del espejo. Pienso que ella va a ser buena madre, me cepilla con cuidado y tiene esa mirada cálida. Después me miro a mí, miro mis grandes ojos cafés, mis delgados labios y mi piel clara. Mi cabello ha crecido, cuando llegue aquí apenas me cubría las ojeras, ahora llega hasta mi pecho y aún que ya no luce del todo negro debido a los rayos del sol, tiene buen aspecto. Cuando mi prima termina de peinarme y darme un retoque de maquillaje sonríe satisfecha.

Encantadoramente FrágilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora