Una punzada recorría mi cuerpo, volteé hacia abajo desesperada por el dolor buscando la causa del mismo. Varias docenas de rosas rodeaban mi ser, entre millones de espinas me encontraba otra vez. Abrí mis ojos con desesperación, tan solo era un sueño más, otro donde no hay razón ni lógica. La luz que entraba por lo ventana alumbraba mi vacía habitación, antes cuando era niña pegaba carteles por todos lados, dibujos, cosas bonitas... pero llegó un punto donde todo eso parecía innecesario. Mi mamá lo llamó depresión, yo lo recibí con los brazos abiertos y dejé que me acompañara en mi camino. Era el único que escuchaba, que entendía de alguna extraña manera lo mal que estaba y me ayudaba a convencerme a mi misma de que todo estaría bien. A pesar de ser el mismo que me mantenía en ese estado, sentía cierta conformidad al sentirme acompañada por el. Me levanté de la cama gruñendo, mientras intentaba no preguntarme cual era el punto. Camine hasta la puerta, podía escuchar como mi mamá discutía por teléfono de nuevo, pasé lo más silenciosa posible y me dirigí al patio, había grandes árboles con hojas color miel, se veían hermosas pero de alguna manera me entristecia porque sabía que después de esa belleza llegaría el invierno. Me acerqué a uno de los árboles y acaricie su corteza. Me senté junto al árbol y cerré mis ojos, intentaba imaginar un mundo lejos uno donde se me permitiera sentirme satisfecha, pequeñas gotas resbalaron por mis mejillas sin darme cuenta había comenzado a llorar, dejé que salieran aún con los ojos cerrados.
-Oye niña, está lloviendo dentro de ti, ¿necesitas un paraguas? Dijo una voz que se escuchaba muy cerca de mi.
Abrí mis ojos, había un hombre con ojos color esmeralda mirándome fijamente.
-No gracias, ¿quién eres? ¿qué haces en mi patio? Pregunté frunciendo el seño.
-Lamento informarte que yo vivo aquí. Entonces ¿aceptas el paraguas? Preguntó.
- No necesito uno, la lluvia es bonita. Le respondí suspirando.
-¿Bonita? Claro es bonita verla mientras que no te mojes, pero yo no he visto que alguien disfrute ser mojado por ella. Ni siquiera los animales la disfrutan. Respondió el hombre con un tono engreído.
- Bueno, no necesito tu paraguas puedo buscar uno yo misma. Dije molesta, me pare y caminé de regreso hacia la casa. Entré a la cocina y volteé a ver afuera, el hombre ya no estaba, que extraños vecinos tenemos, pensé.
Agarré un poco de fruta para desayunar y me dirigí a mi cuarto, las llaves de mi mamá ya no estaban en la cocina, se fue sin despedirse... de nuevo. Entré a mi habitación y me envolví en cobijas hasta quedar como un burrito humano. Terminé de comer y me quedé viendo hacia el infinito pensando en el pasado...
-Lo estás haciendo de nuevo. Dijo una voz que venía del armario. Me levanté espantada a abrirlo y ahí estaba el hombre raro del patio.
- ¿cómo entraste? Pregunté.
-Te dije que yo vivo aquí, dijo molesto.
-Voy a llamar a la policía. Dije corriendo hacia abajo al teléfono.
-Y que va a hacer la policia ¿sacarme de mi casa? ¿Llevarte a un psiquiátrico? Porque eso haría yo. Respondió el hombre.
-¿Por qué harías eso? Pregunté.
-Pues porque ¿qué clase de persona no acepta un paraguas cuando le está lloviendo? Evidentemente hay algo mal contigo.
-Eso no tiene sentido, respondí molesta. Me envolví en mis cobijas y procedí a ignorarlo.
Pasaron varias horas antes de que decidiera salir de mi escondite, quizás estas han sido las vacaciones más largas de mi vida. Tenía mucho que hacer, y ni siquiera había comenzado. Me sentía asfixiada y asilada de los demás, profundamente deseaba un poco de silencio.
-quizás deberías salir a dar una vuelta niña. Dijo el hombre sentado en uno de los sillones.
-Si esta es tu casa, ¿por qué no te molesta que esté aquí?
-Me pareció interesante ver a una niña llorona sola supongo. Dijo el hombre.
-No soy una niña, tengo casi 20...
-Oh, te ves más pequeña. Lo siento, igual me gustaría poder ayudarte. Dijo el hombre con una mirada triste sincera.
-Suenas como un pervertido, pero descuida no te tengo miedo porque yo sé, que solo estas en mi imaginación.
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Espinas negras
Short StoryRecuerdos de ayer, seguirán siempre presentes en nuestro hoy.