Sentir

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Después de la conmoción que hizo la señorita Karen en la preparatoria llegó la policía, todos se asomaban por las ventanas del salón y yo solo estaba ahí sentada esperando que alguien llamara mi nombre para explicar toda la situación de lo que había sucedido. Finalmente llegó uno de los prefectos, hubo un silencio profundo en el salón y en cuanto salí por la puerta... explotó, un mar de comentarios ruidosos salían del salón de clases. 

-Amber, soy el detective Linares, tengo entendido que mantuvo una relación con el orientador Carlos, ¿es cierto? Preguntó un señor con bigote frondoso.

-Mmmmmmm defina una relación. Respondí volteando hacia otro de los detectives que se encontraba en la habitación. 

-Una relación amorosa señorita, me gustaría saber que tan seria consideraba su relación con el y... que tan lejos llegaron en cuanto a muestras de amor. Respondió el detective.

-No teníamos una relación. Respondí mirándolo fijamente. 

-¿Entonces a qué se refería la señorita Karen con que eras la amante de su prometido? Preguntó el detective. Mire al rededor de la habitación sorprendida con lo que estaba pasando, en una esquina estaba ahí parada, mi madre a un lado de la señorita Karen. 

-No tenía una relación con el. Respondí de nuevo. 

-¡No mientas! Gritó Karen, ¿cuánto tiempo te estuviste acostando con el? Dijo enojada. Uno de los detectives le pidió que se controlara y dejará trabajar al detective. 

-No estoy mintiendo. No en serio, yo no tenía una relación con el, tampoco estoy diciendo que no tuvimos sexo, me refiero a que no había ninguna conexión. Hacíamos eso cada vez que sentía mis hormonas explotar, pero mientras que eso no sucediera solo era mi orientador. Hablábamos de cosas de orientadores, nunca intentó forzarme o faltarme al respeto. Respondí mirando al detective fijamente. 

Podía sentir la pesada mirada de mi madre, estaba molesta. Tenía razón... no es algo fácil de aceptar. 

-¿Por qué lo hacías? No te creo que fueran puras hormonas. Pregunto el detective Linares. 

-Pues la mayor parte lo eran, quizás otra de las razones por la que decidí hacerlo es por que me hacia sentir algo. Respondí sinceramente. 

Siempre que pensaba en ese último día que hable con el llega a mi mente el mismo pensamiento... ¿por qué? ¿por qué las personas tienen esa capacidad de hacer ese tipo de cosas, arrepentirse y no aceptar las consecuencias de lo que ya han hecho? Pero supongo que todos somos iguales, de alguna manera. Mi mayor consecuencia de lo que sucedió fue el miedo que tuve después de confiar en Tomas. A pesar de que seguimos siendo amigos, sentí ese espacio vacío entre nosotros, había un poco de rencor escondido entre cada día que pasaba. Hasta que un día simplemente el ya no estaba... 

Bajé las escaleras de la casa esperando ver algún recuerdo bueno con Tomas pasearse por la sala, pero solo hubo silencio. El desear que mi mente fuera capaz de crear un Tomas ficticio era un habito que había llegado poco después de que mi madre dejo de hablarme. Mirando al vacío el sol comenzó a ponerse y de repente me encontraba a oscuras en las escaleras llorando. 

-Oye Amber... Dijo Ian que estaba acostado en el piso. 

-¿Qué? Pregunté quitando las lagrimas de mis ojos antes de voltearlo a ver. 

-Vayamos a buscar a Carlos. Dijo Ian con una voz seria.

-Te dije que esta en prisión. Respondí un poco molesta. 

-¿Y? Puede tener visitas. Respondió Ian con un tono serio. 

-Mmmmmm...¿Y qué se supone que le voy a decir? Pregunté aún con la mente en blanco. 

-Dile que te gustaría saber su versión de la historia, tal vez aclares algunas cosas que aún tengas dudas... Dijo Ian. 

No quería ir, honestamente lo que menos quería hacer era salir de la casa... ver a personas y tener que hablar en algún punto parecía demasiado trabajo para mi. Pero de alguna forma me había convencido, tenía que hacer algo o terminaría como una loca de por vida, hablando sola... imaginando gente. Además... tenía miedo de volver a ver a Carlos. 

Tomé el autobús hacia el lugar donde los rumores habían dicho que metieron a Carlos y me paré enfrente, con las manos sudadas observe durante lo que pareció poco tiempo pero eventualmente por la posición del sol, había sido mucho más. Me acerqué a la señorita del escritorio y le dije el propósito de mi visita. Me pasaron a otra sala donde revisaron que  no tuviera nada peligroso en mi persona y me dijeron que lo traerían en unos minutos. Sentía los nervios acumularse, mi estómago comenzó a doler y mi respiración se volvió pesada. Escuché como habrían la puerta y después su voz...

-Hola Amber. 



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