¿Ian? ¿Alguna vez le hable de Ian? Pero el apareció hace poco como un producto de mi tristeza y soledad. No recuerdo haberle hablado de Ian.
-¿Cuál Ian? Pregunté intentando averiguar de donde sabia.
-Amber... ¿Cuántas horas has estado durmiendo? ¿Te está costando trabajo de nuevo sentirte cómoda en tu habitación? Preguntó Carlos mirandome fijamente, observando cada movimiento que hacia.
-8. No. Respondí molesta y mentí.
-Muy bien, ¿has comido bien? ¿No has sentido ganas de vomitar mientras pasas la comida? Preguntó Carlos de nuevo.
-¿Quieres dejar de hacerme preguntas? Solo quiero saber acerca de tu conexión con Tomas, no quiero tu falsa preocupación ni tu compasión, yo sé lo mal que estoy y no necesito hablarlo contigo. Respondí más alterada.
-Antes necesitabas hablarlo conmigo... Respondió Carlos mirando hacia el piso.
-Antes pensaba que me escuchabas. Después me di cuenta que solo era uno más de tus juguetes y que realmente solo me escuchabas por cumplir y seguir teniendo sexo conmigo. Respondí mirándolo fijamente esperando que discutiera conmigo.
-Supongo que si te hice sentir de esa manera... pero en ningún momento fue así Amber, Tomas lo sabía por eso... Dijo Carlos mirando el piso avergonzado .
-¿Por eso qué? Pregunté.
-Por eso te dejaba tener sexo conmigo, aunque supongo que algunas veces le ganaron los celos y no pudo evitar decirme lo que pensaba. Dijo Carlos con una mirada pensativa.
-No entiendo ¿yo tenía una relación con Tomas? ¿en qué momento? ¿ y por qué sabes de Ian? Le pregunté mientras me acercaba a el.
-Amber... se suponia que hablarías con tu mamá de tu papá antes de que yo te explicara sobre Ian, pero esta bien, te explicaré... Dijo Carlos antes de ser interrumpido por uno de los guardias.
-Se acabó el tiempo. Dijo el guardia tomando a Carlos por el brazo y llevándoselo a la puerta que dirigía a las celdas. Pregunté en la oficina cuando podía regresar para seguir con nuestra conversación pero la señorita dijo que sería hasta dentro de 1 semana.
Me dirigí a mi casa, mirando los árboles y los colores del piso, intentaba no hacer contacto con nadie, la última vez que había salido las cosas no salieron muy bien. Hubo un tiempo en el que yo y Tomas siempre que terminaba la semana de exámenes nos escapábamos en nuestras casas y caminábamos por las vías del tren en la noche.
Llegando a la casa noté algo diferente a lo de siempre, estaba el carro de mi mamá... y la luz de mi cuarto estaba encendida. Entré a la casa intentando escuchar silenciosamente cualquier sonido que pudiera estar siendo emitido en la casa, quizás mi mamá se había equivocado de habitación con uno de sus amantes y no sería buena idea interrumpir. Subí las escaleras y aún no percibía ningún sonido, me asome lentamente a mi habitación y ahí estaba ella... sentada en la orilla de la cama mirado por la venta.
-¿Qué estas haciendo? Pregunté confundida.
-¿Dónde estabas? Preguntó mi mamá.
-En la carcel, fui a ver a Carlos. Respondí mientras me quitaba mi abrigo.
-¿Por qué fuiste a ver al vagabundo ese? Preguntó mi mamá molesta.
-Mmmmmm... prefiero saber primero porque estas en mi habitación.
-Creí que te habías ido. Dijo mi mamá regresando su vista a la ventana. Supongo que de alguna manera era su manera de decirme que estaba preocupada, tal vez.
-Fui a ver si Carlos sabia algo acerca de Tomas. Respondí.
-¿Y sabía algo? Preguntó mi mamá repentinamente con un tono muy interesado.
-No. Pero me hizo recordar algo que iba a hacer. Respondí, mentí.
-¿Qué? Preguntó mi mamá con un tono desinteresado.
-Mamá... ¿Cómo se llama mi papá? Pregunté sin siquiera pensarlo.
-¿Para qué quieres saber eso Amber? Te dije era un infeliz, nos abandono, no nos quería, olvídalo. Dijo mi mamá huyendo a su habitación.
-No puedes dejarme así. Merezco saber tan siquiera su nombre... dijiste que cuando cumpliera los 18 me dirías y luego desapareció Tomas y lo ignoraste junto conmigo. Respondí molesta, un par de lagrimas resbalaban por mi mejilla pero esperaba que me respondiera.
-Amber, deja el tema. Todos los días te digo porque te trato así, y todos los días sabes que necesito que busques a Tomas, saber el nombre de tu padre no te hará ningún bien, no quiero que lo busques ni que pienses en el.
La seguía hasta su habitación, intentó cerrar la puerta en mi cara.
-¿Qué estas ocultando? ¿Por qué nunca puedo entrar a tu habitación? Pregunté molesta.
-Amber ya basta, ¡vete! Dijo mi madre gritando.
-Por favor solo déjame entrar... Dije empujando la puerta, cuando de repente mi madre empezó a gritar muy fuerte, como si la estuvieran lastimando, me empujó y cerró la puerta con seguro.
-Ian. Se llamaba Ian... ahora vete. Dijo mi madre.
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Espinas negras
القصة القصيرةRecuerdos de ayer, seguirán siempre presentes en nuestro hoy.